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Sobre la Cumbre en Santiago de Chile

Cuando aún se habla de la decimoséptima cumbre de los BRICS del 6 y 7 julio celebrada en Rio de Janeiro, sin la presencia directa de China ni Rusia –cuyos mandatarios participaron on line-, ocasión en que hubo declaraciones en contra del unilateralismo arancelario rampante, así como denuncias a Israel por su campaña bélica en Gaza, aunque no a Moscú por la guerra en Ucrania, se anunció una cumbre en Santiago de Chile para este lunes 21 de julio

La cumbre que congrega a los jefes de Estado y de Gobierno de Brasil, España, Uruguay y Colombia, más el país anfitrión Chile busca específicamente articular propuestas concretas para presentar en la Asamblea General de las Naciones Unidas 2025, lo que supone coordinarse para influir en su 80ª reunión de setiembre. De hecho, la cumbre es un compromiso del Gobierno de Chile con Brasil y España en la trastienda de la anterior Asamblea ONU. La agenda prevé la reunión de los presidentes Lula, Sánchez, Orsi, Petro y Boric durante la jornada matinal más un almuerzo en que abordarán el fortalecimiento de la democracia y el multilateralismo, la reducción de las desigualdades, y la lucha contra la desinformación, que implica regular las nuevas tecnologías.

Para ello los asistentes utilizaran una herramienta diplomática clave del concierto internacional actual: la cumbre directa. Lo anterior, no obstante, su sobre-utilización puede agotar a una ciudadanía demandante de resultados concretos. Por ejemplo, este año la ronda de cumbres se inauguraron en Davos del 20 al 25 de enero para una nueva versión del Foro Económico Mundial, así como la cumbre del G7, que congregó a las principales potencias económicas y democráticas del mundo, que también abordó las tensiones comerciales, el conflicto en Ucrania, la fragmentación geopolítica y el cambio climático del 15 al 17 de junio en Kananaskis, Alberta, Canadá.

Para la parte final del año en curso se espera la región reciba en Bogotá la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, el 9 al 10 de noviembre de 2025, y la X Cumbre de las Américas, que será celebrada la primera semana de diciembre de 2025 en Punta Cana, República Dominicana. Con ello se prosigue una tradición regional inaugurada por la entrevista en Guayaquil entre José de San Martín y Simón Bolívar, el 26 y 27 de julio de 1822, a pesar de su carácter privado; pudo haber sido decisiva en la emancipación. Ella les permitió sostener un irremplazable encuentro cara a cara para coordinarse en la común tarea. Lo mismo puede decirse respecto del Congreso Anfictiónico de Panamá celebrado como asamblea diplomática en 1826, convocado por Simón Bolívar con el objetivo de avanzar la unidad o confederación de los nuevos Estados americanos en un proyecto enraizado en las ideas Francisco de Miranda. Desde la década del 70 del siglo pasado que Latinoamerica utiliza el mecanismo Cumbre para un diálogo intra-regional y para su relación con el resto del mundo.

Antes, en 1815, el Congreso de Viena estrenó las conferencias cumbres que prosiguieron en París (1919), Yalta y Potsdam (ambas en 1945). La creación de Naciones Unidas aceleró la implementación del denominado “sistema” de Cumbres. Su premisa es que la reunión “cara a cara” tiene potencial ejecutivo y por lo tanto podría ser más exitosa, por lo que se transformó en una actividad internacional de tipo rutinaria. Fue el espíritu de la Conferencia de Estocolmo (1972) acerca del Medio Ambiente, a partir del cual la experiencia devino en temática (mujer, cambio climático, etcétera).  Así en junio de 2025 se llevó a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos en Niza, Francia, mientras que en julio se realizó la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo en la ciudad de Sevilla, dedicada a potenciar el alicaído régimen de cooperación multilateral en línea con los objetivos de Desarrollo Sostenible (aunque fue la polémica entre Macron y Petro acaparó titulares). El broche en este sentido será la COP30 en Belém, Brasil, ente el 10 al 21 de noviembre próximo, que colocará el foco en la relevancia de la protección de la selva tropical más grande del mundo.

En medio de este “laberinto de cumbres” la de Santiago responde a objetivos más acotados, aunque no menos relevantes: el fortalecimiento de las democracias y el sistema multilateral, en un momento que esta última dimensión ha sido horadada por algunas de los estados que otrora la patrocinaron; así como la lucha contra la inequidad social y la desinformación. Estos últimos corresponden a propósitos declarados de la reunión, cuya idea es unificar criterios en dichas materias para impulsar iniciativas comunes en el marco de la próxima asamblea de Naciones Unidas. Adicionalmente, existen otros objetivos implícitos, es decir menos reconocidos públicamente, así como objetivos coyunturales que contextualizan el evento, y de alguna manera lo explican.

Entre los implícitos esta puede ser una oportunidad para recargar energías a gobierno que han sufrido un desgaste después de una serie de crisis. Es lo que ocurre con el Presidente Pedro Sánchez quien, a pesar de los índices de crecimiento económico español al frente de Europa, confronta acusaciones de supuesta corrupción de exministros de su gabinete, lo que podría pulverizar la alianza que sostiene el Ejecutivo y adelantar elecciones. Aún más complejo es el caso del Presidente Gustavo Petro quien enfrenta una tempestad de presiones políticas derivadas del incremento de la violencia criminal, el atentado contra el candidato presidencial Miguel Uribe Turbay, y una eventual descertificación de Washington a la lucha colombiana contra la droga. En los últimos meses Petro ha aceptado la renuncia de varios colaboradores. La cumbre representa una pausa de la crispación política doméstica.

Tampoco es un misterio que se trata de un espacio de encuentros entre afectados por las amenazas arancelarias proferidas desde el norte Trumpista. Dicha administración impuso a Brasil 50% de aranceles ante el juicio a Bolsonaro por la justicia brasilera (aunque huele a castigo por el papel brasileño en el BRICS), además de advertir a Colombia que de no recibir deportados podría elevar dichos gravámenes. Incluso España fue notificada a través de una plataforma digital que recibiría una negociación y tratamiento arancelario distinto al del bloque europeo por negarse a aumentar al 5% su presupuesto de defensa.

Esta dimensión funge de puente entre los objetivos implícitos y los coyunturales. Aunque entre estos últimos hay que destacar mucho más nítidamente la expansión política iliberal en un mundo democrático, amenazada como forma de vida que apunta a la vida colectiva sin miedo a participar o disentir del poder. Los últimos años se asiste a un aumento de las demandas sociales, que combinan la necesidad de protegerse contra las “saetas del destino” (vejez o enfermedad) con requerimientos posmoderno de la identidad y la diferencia étnica o de género, por ejemplo. Esta inflación de expectativas se ha transformado en el “talón de Aquiles” de democracias ante los cuales ciertos sectores ensayan el discurso de regreso al pretérito pasado en contra de elites y burocracias

Si apreciamos la composición de la X Legislatura del Euro parlamento advertimos la expansión de posiciones ultras de rasgos populistas con cerca de un 26% de los escaños. Esta tendencia también se aprecia en la conquista de los votos por parte de nuevos gobiernos en el hemisferio. Por esta razón la Cumbre de Santiago prevé la organización de eventos paralelos en las Universidades de Chile y Pontificia Católica de Chile, con la participación de intelectuales invitados como Daniel Innerarity, Pablo Stefanoni, Joseph Stiglitz, Ha-Joon Chang y Anya Schiffrin quienes reflexionaran acerca de posibles respuestas de las democracias plurales y el multilateralismo ante sus desafíos

Al respecto no hay que ignorar que la democracia pluralista es más que un rito electoral –condición necesaria, pero no suficiente- sino un sistema de pesos y contrapesos que impide a una mayoría ocasional aplastar a la minoría, que es siempre depositaria de derechos. A pesar de lo anterior, mediciones regionales de percepción apuntan a cierta desafección ciudadana con toda forma de gobierno –también la democracia- en beneficio del resultado, ojalá inmediato. Un presagio de la “bukelización” de la política.

No hay que olvidar a este respecto, que en el último tiempo se han creado y modificado foros para albergar en formato de club un conjunto de redes transnacionales iliberales, en una convergencia ideológica vertida en momentos y espacios claves, como el Foro de Madrid, VIVA y la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC).

Por lo anterior hay que considerar que, aunque el mayor desafío global a la democracia proviene del flanco de la ultraderecha, en América Latina la democracia también ha sido suspendida por experiencias con origen en una izquierda populista y radical –aún cuando haya accedido al poder con la legitima demanda de justicia social- devenida en autoritarismo hegemónico que conculca los derechos políticos y civiles fundamentales. En este escenario la Cumbre Progresista de Santiago de Chile, completamente oportuna y pertinente, podría proyectarse en el tiempo mediante una ampliación futura de membresía a otras tradiciones que asuman el progreso democrático desde posiciones liberales, al estilo del gobierno canadiense. De esta manera, el compromiso irrestricto con el multilateralismo, el derecho internacional y los derechos humanos en todo momento se escucharán en más lugares del mundo.

Gilberto Cristian Aranda Bustamante
Profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile
Invitado por el IRI