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Bolivia de cara a una nueva etapa

Departamento de América Latina y el Caribe

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Bolivia de cara a una nueva etapa

Marco De Benedictis[1]

El domingo 17 de agosto del corriente se realizaron las elecciones generales en el Estado Plurinacional de Bolivia, para elegir al sucesor de Luis Arce como presidente del país. Los resultados oficiales detallados por el Órgano Electoral Plurinacional del país, con una participación del 87% del padrón electoral, fueron los siguientes:

  • Rodrigo Paz Pereira – Edmand Lara (Partido Demócrata Cristiano) 32.06%, 1.717.532 votos.
  • Jorge “Tuto” Quiroga Ramírez – Juan Pablo Velasco (Alianza Libre) 26.7%, 1.430.176 votos.
  • Samuel Doria Medina – José Luis Lupo (Alianza Unidad) 19.69%
  • Andrónico Rodríguez – Mariana Prado (Alianza Popular) 8.51%
  • Manfred Reyes Villa – Juan Carlos Medrano (APB Sumate) 6.75%
  • Eduardo del Castillo – Milán Berna (MAS-IPSP) 3.17%
  • Jhonny Fernández – Rosa Huanca (Alianza La Fuerza del Pueblo) 1.67%
  • Pavel Aracena Vargas – Víctor Hugo Núñez (Alianza Libertad y Progreso ADN) 1.45%

Con estos números, el 19 de octubre se llevará adelante la segunda vuelta electoral entre los dos candidatos más votados: Rodrigo Paz Pereira y Jorge “Tuto” Quiroga.

Al analizar estas cifras nos llama la atención el resultado obtenido por el partido oficialista, el Movimiento al Socialismo (MAS), con solamente el 3.17% de los votos para Eduardo del Castillo, ministro de Gobierno durante todo el mandato de Luis Arce como presidente del país (2020-2025). Tampoco tuvo un gran resultado Andrónico Rodríguez, quien se presentaba como una propuesta de renovación de los sectores de izquierda del país, y que hasta hace unos meses atrás el propio Morales lo consideraba como un “heredero” político.

Evo Morales, presidente en tres períodos por el MAS (2006-2019), no fue habilitado a participar como candidato para esta elección. Convocó al voto nulo, para manifestar su rechazo frente al carácter “antidemocrático” de los comicios. La cantidad de votos nulos fueron 1.371.049, representando el 19.87% del total de sufragios (hubiese quedada tercero, si consideráramos que todos esos votos hubiesen sido para Evo Morales). Podemos afirmar que lejos quedaron las elecciones del 60% de votos para el MAS.

¿Cómo llegamos hasta acá?

Para comprender la situación actual no se debe perder de vista lo ocurrido entre 2019 y 2020. El golpe de Estado propiciado contra Evo Morales, en plena discusión sobre los resultados electorales de la votación del 20 de octubre de 2019, dio paso a la presidencia interina de Jeanine Áñez. Luego, en octubre del año siguiente, en un contexto atravesado por la pandemia de Covid-19, se realizaron las elecciones presidenciales resultando ganador nuevamente el MAS, pero ahora encabezado por Luis Arce (quien había sido ministro de Economía durante buena parte de los tres períodos de gobierno de Morales).

Pero el cambio de liderazgo en el partido gobernante rápidamente se tornó en una disputa interna entre el nuevo presidente, Luis Arce, y el ex presidente Evo Morales. Las tensiones arrancaron desde los primeros momentos del mandato del economista, escalando hasta volverse una ruptura sin vuelta atrás. Evo Morales llegó a decir que Arce simplemente fue su “cajero”, no el ideólogo del crecimiento económico de Bolivia en sus períodos de gobierno.

En estos años, la ruptura también se hizo visible en las Cámaras de Diputados y Senadores, donde los legisladores que respondían a Morales no votaban los proyectos presentados por el Ejecutivo. Esto generó una situación de parálisis en la aprobación de las leyes consideradas relevantes por el gobierno, trabando toda posibilidad de avanzar en alguna dirección determinada.

Incluso hechos violentos fueron parte de este conflicto. En 2024[2] el ex jefe militar Juan José Zúñiga realizó un alzamiento militar; hecho al que el “evismo” calificó de un intento de “autogolpe” por parte de Arce. Por otro lado, Evo Morales sufrió un ataque de varios disparos en la camioneta en la que se trasladaba, definido como un “autoatentado” por parte del gobierno.

Por su parte, Álvaro García Linera, vicepresidente durante los tres períodos de gobierno de Morales, publicó recientemente un artículo en varios medios de comunicación titulado “¿Por qué el progresismo y la izquierda pierden elecciones?”[3]. Allí hace un análisis de la situación política crítica boliviana. Destaca que esta situación es correspondida por la guerra interna de los dos bandos del MAS. “Por un lado, un mediocre economista que está por casualidad como presidente y que creyó que podía desplazar al líder carismático indígena (Evo) proscribiéndolo electoralmente. Por otro, el líder que, en su ocaso, ya no puede ganar elecciones, pero sin cuyo apoyo tampoco se gana, y como respuesta en venganza, ayuda a destruir la economía sin comprender que en esta hecatombe también se está demoliendo su propia obra.” Concluye destacando que este tipo de derrotas políticas terminan desencadenando en derrotas electorales.

El MAS, como partido de gobierno, atravesó en esta gestión encabezada por Luis Arce una crisis política muy fuerte. Que se suma a otra crisis relevante que está atravesando el país en los últimos años es de índole económica. En este aspecto, la reducción de la producción de gas natural (principal producto de exportación del país), la escasez de combustibles, la disminución en la generación de divisas y la consecuente falta de dólares, además de una inflación en alza (de 16.9% entre enero y julio del presente año, un número impensado para el país hasta hace poco tiempo) fueron las problemáticas centrales de estos últimos años y que generaron el descontento de vastos sectores de la sociedad.

En síntesis, esta doble crisis desatada en el gobierno de Arce, le abrieron paso a los partidos opositores que son quienes se disputarán la segunda vuelta electoral en octubre del corriente.

Candidatos de la segunda vuelta

Como ya se ha mencionado previamente, Rodrigo Paz Pereira y Jorge “Tuto” Quiroga serán los contendientes para la segunda vuelta electoral del 19 de octubre.

El primero de ellos fue la gran sorpresa de la votación del 17 de agosto, ya que no figuraba entre los principales candidatos en las encuestas publicadas (aunque sí se destacaba un crecimiento considerable en las últimas semanas). Hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, quien gobernó entre 1989 y 1993, Paz Pereira se presentó por el Partido Demócrata Cristiano, que hacía varios años que no tenía un peso considerable en las elecciones bolivianas. Tiene 57 años, es economista y senador por Tarija.

Su campaña tuvo una base marcadamente territorial, recorriendo una gran cantidad de localidades en los últimos meses, a diferencia de otros candidatos que destinaron una gran cantidad de fondos en campañas digitales. Dentro de sus propuestas se destacan la baja de impuestos, reformar la Justicia, revisar la situación de las empresas estatales con cuentas deficitarias, desconcentrar el Estado

Un punto extra para Paz Pereira se lo dio su candidato a vicepresidente, Edman Lara. Ex policía convertido en una estrella de la red social TikTok, desde donde hacía campaña denunciando la corrupción policial, discutía la política de seguridad y “fogoneaba” a su compañero de fórmula. El binomio se presentó como una opción de centro, lejos de la polarización de la izquierda representada en el MAS (y sus ramificaciones) y de la derecha neoliberal encarnada en Quiroga. De esta manera lograron captar muchos votos desencantados con esta última gestión del MAS.

Por el otro lado, Jorge “Tuto” Quiroga es una figura de amplio recorrido en la política boliviana. Nacido en 1960 en Cochabamba, tuvo sus primeros pasos, paradójicamente, en el gobierno de Paz Zamora. Pero su rol más destacado fue en el año 2001, cuando asumió la presidencia del país luego de la renuncia del por entonces Jefe de Estado (el ex dictador) Hugo Banzer, por un cáncer de pulmón avanzado. El contexto en el que asumió la presidencia estaba atravesado por la conflictividad social, luego de lo que fue la “Guerra del Gas” en el 2000 y la política de erradicación de la producción de coca en la zona central del país (con una fuerte resistencia de los cocaleros, de los cuales Evo Morales era una figura relevante).

Luego de haber participado sin éxito en los comicios de 2005 y 2014, y de haber retirado su candidatura poco tiempo antes de la elección de 2020, este año obtuvo un resultado mucho más importante, que lo colocó en la segunda vuelta. Para esta campaña, se concentró en propuestas autodefinidas como de “cambio radical”. Disciplina fiscal, apertura económica, modernización y achicamiento del Estado, aparecieron como partes centrales de sus propuestas.

Con estos candidatos dos opciones de derecha (una un poco más moderada que la otra) se disputarán la presidencia.

Algunos comentarios finales

Para finalizar este análisis, muchos son los interrogantes que se abren de cara al nuevo contexto político boliviano. Un aspecto a considerar en los próximos años tiene que ver con el futuro de los recursos naturales nacionalizados en el país, además de las empresas estatales. Por otro lado, existe la posibilidad concreta de buscar una reforma de la Constitución del Estado Plurinacional aprobada en 2009 y que generó una gran cantidad de cambios políticos y sociales. En la nueva conformación de las Cámaras de Diputados y Senadores se podría generar amplias mayorías en este sentido, independientemente de quien gane en octubre la elección.

También podemos plantear la incertidumbre sobre la reorientación que la política exterior pueda tener: ¿buscará el nuevo gobierno un acercamiento más estrecho a Estados Unidos, a contramano de lo hecho en los gobiernos del MAS? La ubicación estratégica del país en pleno corazón suramericano convierte a Bolivia en un territorio codiciado por una gran variedad de actores globales (por sus recursos como litio y gas, su lugar en las rutas comerciales bioceánicas, su vinculación con la cuenca del Paraná, entre otros aspectos claves).

Lo cierto es que Bolivia entrará en una nueva etapa política. El fin del ciclo de la hegemonía del MAS marcará una disputa en torno a las capacidades que el nuevo gobierno tenga para llevar adelante su programa político. Todas las reformas que éste impulse probablemente se responderán con movilizaciones en las calles y rutas. El pueblo boliviano es un pueblo históricamente movilizado, curtido de resistencias, y con organizaciones con peso territorial y político: organizaciones sindicales, movimientos sociales e indígenas son ejemplos de esto.

[1] Marco De Benedictis es profesor de Geografía (UNLP), maestrando en Relaciones Internacionales (IRI-UNLP) y miembro del Departamento de América Latina y el Caribe del IRI (UNLP).

[2] Ver: Bogado Bordazar, L. (2024). Intento de golpe, crisis política: nuevamente cruje la democracia en Bolivia. Opinión en el IRI. Disponible en: https://www.iri.edu.ar/index.php/2024/07/02/intento-de-golpe-crisis-politica-nuevamente-cruje-la-democracia-en-bolivia/.

[3] https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/08/17/pensamiento-critico-por-que-el-progresismo-y-la-izquierda-pierden-elecciones/