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MERCOSUR: La última cumbre del año sigue mostrando grietas

La cumbre número 67 del MERCOSUR realizada el 20 de diciembre de 2025 en Foz do Iguazú había sido presentada, con bombos y platillos, como el escenario elegido por Lula da Silva para relanzar políticamente el bloque y exhibir liderazgo regional a partir de un supuesto avance decisivo en el acuerdo entre el MERCOSUR y la Unión Europea. Sin embargo, nada de eso ocurrió, no solo no hubo anuncio alguno, sino que —como graficó con ironía el presidente paraguayo Santiago Peña— Europa volvió a comportarse como “la novia que planta al novio en el altar”. Pero la frustración no terminó allí porque la cumbre también dejó al descubierto una de las principales contradicciones del liderazgo brasileño: el apoyo implícito de Lula al régimen de Nicolás Maduro, expresado en su negativa a permitir que la situación de Venezuela —miembro pleno suspendido por la cláusula democrática en 2017—, fuera siquiera mencionada en la declaración final. Lo que debía ser una cumbre de relanzamiento terminó exponiendo las limitaciones políticas del bloque y una ambigüedad que erosiona su credibilidad democrática.

A esta parálisis interna se sumó un factor externo decisivo: la ausencia política de la Unión Europea para cerrar el acuerdo. El freno no respondió a cuestiones técnicas, sino a la fuerte presión de los agricultores europeos sobre Bruselas, particularmente en Francia, donde el sector rural se movilizó de manera sostenida contra el tratado. En ese contexto, Emmanuel Macron optó por no avanzar, temeroso de que un cierre del acuerdo profundice la crisis social y erosione aún más la gobernabilidad interna. A ese clima se sumó el respaldo tácito de Giorgia Meloni, que observa en una crisis agrícola europea un factor de inestabilidad política que ningún gobierno quiere asumir en soledad. Así, el acuerdo UE–MERCOSUR volvió a quedar atrapado entre la debilidad del liderazgo europeo y el miedo de sus principales capitales a pagar el costo político de una decisión estratégica largamente anunciada, pero sistemáticamente postergada, en esta nueva oportunidad se habla hasta el 12 de enero, en Asunción.

Los discursos presidenciales reflejaron con claridad ese escenario de tensiones. Javier Milei insistió en una mirada crítica sobre el funcionamiento del MERCOSUR, cuestionando sus rigideces, su baja competitividad, la distancia entre los objetivos fundacionales del bloque, los resultados concretos obtenidos y como corolario condenar al régimen de Maduro y valorar las acciones Trump en El Caribe. Es cierto que su reclamo por reformas profundas y mayor flexibilidad es genuino y atendible, sin embargo, ese diagnóstico quedó incompleto. Milei es presidente de la Argentina, no de la “República de la Pampa Húmeda”. Y en esa Argentina real, el Norte está plenamente inserto en el Corredor Bioceánico de Capricornio, el único proyecto estratégico de inserción e integración regional y desarrollo territorial que existe fuera del eje Buenos Aires–Santa Fe–Córdoba- Mendoza. La ausencia total de esta agenda en su discurso revela que, aun cuando se cuestionan las rigideces del MERCOSUR, se siguen reproduciendo los dictados del centralismo pampeano, dejando nuevamente a las regiones periféricas fuera de la discusión estratégica, es decir al MERCOSUR periférico.

Lula da Silva, por su parte, defendió al MERCOSUR desde una lógica política y geoestratégica, reivindicándolo como herramienta de autonomía regional en un mundo multipolar. Habló de integración productiva, cooperación industrial y rol del Estado. Pero esa defensa quedó seriamente debilitada por una omisión grave. No hubo acuerdo sobre Venezuela, y ese silencio implicó, en los hechos, el triunfo de la posición de la Cancillería brasileña de evitar cualquier condena explícita al régimen de Nicolás Maduro. Evitar toda referencia a la situación venezolana no es neutralidad ni prudencia diplomática: es complicidad por omisión. Independientemente de que se cuestionen o no las acciones de Estados Unidos, el problema de Venezuela no está en Washington, sino en Caracas. Eludir ese diagnóstico hipoteca la credibilidad democrática del MERCOSUR y también la proyección política de Lula.

En este contexto, el discurso más claro, transparente y conectado con la realidad fue el del presidente paraguayo Santiago Peña. Sin grandilocuencia ideológica, puso el foco donde el MERCOSUR suele fallar: en las asimetrías estructurales y en la falta de financiamiento real para la integración. Su reivindicación del FOCEM no es un reclamo marginal, sino el núcleo mismo del problema del bloque. Sin recursos orientados a infraestructura concreta, el MERCOSUR seguirá siendo un acuerdo de declaraciones, fotos y buenas intenciones.

En ese sentido, resulta estratégico coincidir con la posición paraguaya: una parte sustantiva del FOCEM debería orientarse al Corredor Vial Bioceánico de Capricornio. No se trata de una demanda localista ni sectorial, sino de una decisión racional para Brasil, Paraguay, Argentina y Chile. Ese corredor reduce costos logísticos, conecta economías regionales con el Pacífico, fortalece la competitividad y le da contenido económico real a la integración. La elección de Foz do Iguazú como sede de la cumbre refuerza ese mensaje: la integración se juega en el territorio, no en los comunicados finales.

En definitiva, el MERCOSUR periférico es real, existe en Paraguay, en el norte argentino, en el interior de Brasil y en los territorios que sostienen la integración desde la producción, la logística y la infraestructura. Ignorar esa periferia es condenar al bloque a la irrelevancia. Por eso, para cerrar, es necesario decirlo sin eufemismos: el discurso más claro, transparente y realista de la última cumbre del año fue el de Santiago Peña. Fue el único que habló de financiamiento, de obras concretas y de un MERCOSUR que deje de ser retórico para transformarse en una verdadera herramienta de desarrollo. Si el bloque quiere sobrevivir y ser creíble, deberá escuchar más a su periferia. Las grietas quedaron a la vista. La pregunta es si alguien está dispuesto a cerrarlas.

Alejandro Safarov
Integrante
Departamento de América Latina y el Caribe
IRI-UNLP