Una disciplina centenaria

El ultimo 25 de abril se cumplieron cien años de la designación de Sir Alfred Zimmern como responsable de la Cátedra de Política Internacional en la Universidad de Gales (Aberystwyth), junto a Sydney Herbert como Profesor (Lecturer), constituyendo en la narrativa aceptada por el mainstream el hito fundante de las Relaciones Internacionales.[1]

Meses antes, luego del Armisticio de 1918, el Consejo de esa Universidad trató una carta de David Davies y sus hermanas, Gwendoline y Margaret, quienes ofrecieron donar unas veinte mil libras para la creación de una cátedra allí en memoria de los estudiantes caídos durante la Gran Guerra que abordase los problemas relacionados con el derecho, la política, la ética y la economía desde una perspectiva global.

En esos primeros momentos predominó una perspectiva eminentemente jurídica, y por ese motivo la elección de Zimmern no fue casual, ya que éste “estaba profundamente compenetrado por un idealismo hegeliano liberal de finales del siglo XIX característico de su generación” y “tendía a evitar toda atención seria a las ciencias sociales” (Rich, 2002, 121)

Pero como existe algo de arbitrario en las fechas y conmemoraciones, no queremos dejar de recordar a los historiadores revisionistas quienes afirmaron que las Relaciones Internacionales no surgieron de un «Big Bang» en 1919, sino de otro entre 1917 y aquel año en Estados Unidos, cuando el presidente Woodrow Wilson creo una organización secreta llamada “The Inquiry”. (McCourt, 2017)[2]

Todas estas iniciativas académicas germinaron de la necesidad educar para la paz por la magnitud de la Gran Guerra y estudiar a la sociedad internacional para prevenir un nuevo conflicto, por ello, además de éstas, se fundaron instituciones en Londres, el Royal Institute of International Affairs (1920), y en Nueva York, el Council of Foreign Relations (1921), para reforzar este tipo de análisis.

La hegemonía del Derecho Internacional y la Historia Diplomática obstaculizó y postergó “la consolidación de las relaciones internacionales como disciplina autónoma, cimentada en la ciencia política.” (Neila Hernández, 2001, 22) Para que ese paso se diese fue importante el debate planteado por Edward H. Carr -el cuarto titular de la cátedra Wilson[3], quien con su rechazo a la negativa idealista a aceptar el poder como elemento esencial de la política internacional aportó nuevos rumbos.[4] Este autor británico desconfiaba de los discursos moralistas porque creía que esos marcos eran impuestos por los triunfadores, para garantizar el statu quo o legitimar sus ambiciones de poder.

Todo ello estuvo contenido en su libro The Twenty Years Crisis aparecido en septiembre de 1939.[5] Es unos de los libros clásicos de las Relaciones Internacionales, donde se expuso la teoría realista contemporánea, y convirtiéndose en otro hito fundamental, aunque claramente contradictorio con el espíritu de los patrocinadores de la Cátedra, los hermanos Davies, pero que marcó el camino hacia una diciplina autónoma con raíces en las ciencias políticas y sociales.

Bibliografía

Carr, Edward H. 2004. Veinte años de crisis. Madrid, La Catarata, 2004.

McCourt, David M. 2017. “The Inquiry and the Birth of International Relations, 1917-19” en: Australian Journal of Politics and History. Vol. 63, N° 3, 394-405.

Neila Hernández, José Luis. 2001. “La Historia de las Relaciones Internacionales: Notas para una aproximación historiográfica” en Ayer, N° 41, 19-42.

Rich, Paul, 2002. “Reinventing Peace: David Davies, Alfred Zimmern and Liberal Internationalism in Interwar Britain” in International Relations, Vol. 16, N° 1, 117–133.

Fuente

Página web de la Universidad de Aberystwyth: www.aber.ac.uk/en/interpol/about/centenary/interpollegacy/

Quiero agradecer al Dr. José Antonio Sanahuja el aporte de los datos precisos de la fecha de creación de la carrera en la Universidad de Gales.

[1] Esta Cátedra fue llamada Wilson desde 1922 en honor al presidente norteamericano impulsor de la Liga de las Naciones.

[2] Estaba conformada por académicos encargados de preparar a la delegación americana para las negociaciones de paz de París. (McCourt, 2017) Y esa práctica inicial, la de un gobierno requiriendo el aporte de intelectuales para resolver una política específica, convirtió a las Relaciones Internacionales no solo un campo para el conocimiento de los asuntos mundiales sino también generar un saber instrumental al servicio del Estado.

[3] Luego de Zimmern en 1922 el profesor Charles Kingsley Webster fue el siguiente, era graduado del King’s College (Cambridge) y catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Liverpool en 1914, en 1932 el empresario norteamericano Jerome Davis Greene fue el tercero y en 1936 llegó Carr, luego de una extensa carrera diplomática.

[4] Como sabemos este “primer debate” entre “idealistas” y “realistas” no fue una polémica real sino una presentación de estas posturas con fuerte crítica a las primeras perspectivas desde las segundas.

[5] El texto se sustentó en tres principios básicos: la historia es una sucesión de causas y efectos que puede ser comprendido, pero no debe ser imaginada; la práctica crea a la teoría y no al revés; y, la teoría no está en función de la ética sino de intereses.

Alejandro Simonoff

Coordinador

Centro de Reflexión en Política Internacional

IRI – UNLP