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21 a 28 de febrero de 1972: visita de Richard Nixon a la República Popular de China

“Nuestro viejo amigo, el generalísimo Chiang Kai-shek, no aprueba esto”. Con estas palabras, colocando la ríspida cuestión de Taiwán como prioridad, Mao Tse-Tung recibió a Richard Nixon en Pekín el 21 de febrero de 1972. Era la primera vez que un presidente estadounidense visitaba a su par en la República Popular de China desde la Revolución Comunista de 1949. Así, elencuentro pasaría a la posteridad como el inicio de la normalización de las relaciones bilaterales entre ambos estados –enemistados por décadas– y crearía un hecho de gran trascendencia diplomática en plena Guerra Fría.

El viaje de Nixon, proveniente de un Partido Republicano férreamente anticomunista, se comenzó a forjar un año antes. Fue Henry Kissinger, entonces consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quien preparó el terreno durante un viaje secreto al continente asiático. ¿El fin? Una potencia en ascenso como la China continental “no podía ser ignorada por más tiempo” mientras persistía el enfrentamiento con la Unión Soviética.

La visita, que incluyó viajes por la Gran Muralla, Hangzhou y Shanghái, culminó con la firma del Comunicado de Shanghái. En él, los gobiernos de Estados Unidos y la República Popular China se comprometieron a trabajar en una “normalización completa” de sus relaciones diplomáticas, un hecho que ocurrió en 1977 a expensas de la China nacionalista de Taiwán. Justamente, en el comunicado Washington había establecido que “los propios chinos debían resolver pacíficamente” la cuestión bajo la promesa de retirar sus fuerzas militares de la isla. En los hechos, Estados Unidos aceptó el postulado de “Una sola China” defendido por Pekín, aunque continuaría manteniendo numerosos vínculos con Taipéi.

“Esta fue una semana que cambió el mundo. Tal como hemos dicho en el comunicado, no es tan importante como lo que haremos en los próximos años para construir un puente sobre 16.000 millas y 22 años de hostilidades que nos han dividido en el pasado. Y lo que hemos dicho hoy es que debemos construir ese puente”, declaró Nixon al finalizar febrero de 1972. El mensaje fue recibido con incomodidad en la Unión Soviética, enemistada ideológicamente con la China de Mao desde la fines de la década de 1950.

El equilibrio de poder que la Guerra Fría había sostenido hasta entonces se modificó completamente. En su libro On China (2011), el propio Kissinger definió la relación sino-americana posterior a 1972 como una “cuasi alianza sin obligaciones formales”. De ese modo, ambas naciones consolidaron sus posiciones mientras presionaban a Moscú.

Juan Martín de Chazal
Colaborador de la Red Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP