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24 de julio de 1924: a 95 años de las oleadas de terror, violencia y falsas vinculaciones del KuKluxKlan

En Estados Unidos pareciera que el fantasma del “imperio invisible” -nombre con el que suele denominarse al KuKluxKlan (KKK)- aún no ha desaparecido.
Con cuatro resurgimientos en diferentes épocas, el movimiento cardenal de las ideas raciales y la xenofobia, aparentemente aún ronda por la mente de la población norteamericana.
Acorde a “SouthernPovertyLaw Center”, una organización civil sin fines de lucro que se encarga de monitorear grupos raciales y hostiles a lo largo de Estados Unidos, el mayor apogeo del KKK corresponde a la década comprendida entre 1920 y 1930 con casi 4 millones de miembros activos -alrededor del 5% de la población adulta de aquella época-.
Su primera aparición formal en la historia norteamericana se remonta al 24 de diciembre de 1865, con seis veteranos sureños de clase media como fundadores.
Después de la guerra de secesión estadounidense -donde se logró la liberación de una gran parte de la población afrodescendiente- los objetivos del grupo se enfocaron en intimidar a los recién liberados esclavos para lograr la supremacía de los habitantes de raza blanca en el sur. No obstante, el “primer grupo terrorista estadounidense” (calificación atribuida por la organización judía conocida como Liga Antidifamación) fue poco a poco en declive por la presión del gobierno federal y las leyes segregacionistas.
Para 1915, el gran éxito que tuvo el film “el nacimiento de una nación” -donde se glorificaba al primer KKK- dejó entrever el poder de los medios de comunicación ya que una organización tomó el nombre e hizo resurgir la “franquicia” del imperio invisible. Nuevamente, los asesinatos y los hechos de violencia aparecieron en la escena, pero con una variante: esta vez serían extendidos hacia las poblaciones
judías, católicas e inmigrantes. Según RT noticias, la variante de este nuevo grupo sería el carácter lucrativo al exigir un pago a sus nuevos miembros el cual era enviado a las oficinas nacionales.
Durante esta época, la influencia del KKK en el escenario político creció exponencialmente hasta el punto de tener gobernadores y legisladores demócratas y republicanos, ya no sólo sureños, que simpatizaban con sus ideas. Cuando realizó su multitudinaria marcha con más de 200 mil personas en Washington, el Klan ya se consolidaba como una importante fuerza política.
La controversia relativa a esta década fue el denominado “Klanbake”, una atribución realizada por figuras republicanas contemporáneas 70 años después de la convención nacional demócrata el 25 de julio de 1924. A través de diversas plataformas buscaron instaurar la idea de una aparente conexión entre los demócratas y el KKK por la participación que tuvieron los delegados de este último en el encuentro realizado en
Nueva York y por una supuesta foto de una marcha. Artículos de investigación publicados por The Washington Post corrigieron lo escrito en portales como Wikipedia y diversas redes sociales ya que, si bien hubo 300 delegados del Klan en el congreso, la foto atribuida corresponde a un evento producido en Wisconsin 5 meses antes.
Sobre esto, la reportera Jennifer Mendelsohn señaló que aún en una búsqueda exhaustiva de periódicos digitalizados y en microfilme de aquella época, incluyendo archivos publicados por el mismo Klan, no existe archivo alguno que hable acerca de tal marcha. En el congreso se disputaron la candidatura de William McAdoo, apoyado por el KKK, y el católico gobernador de Nueva York, Al Smith. Conocida por ser la
convención que más días duró para elegir un candidato a presidente, la jornada terminó con John Davis como candidato oficial. Fue el primer candidato católico del partido.
Para algunos historiadores, la segunda caída del imperio invisible fue atribuida a la falta de liderazgo de los miembros como así también a la gran reacción que se generó en su contra por diversos escándalos nacionales como el del republicano David Stephenson que fue condenado por violación y homicidio. Sumado a esto, el KKK a inicios de la Segunda Guerra había apoyado el antisemitismo de la Alemania nazi.
Durante el período comprendido entre 1960 y 1970, nuevos asesinatos raciales en estados sureños conmovieron al país. En medio del debate por la ampliación de derechos civiles a las personas afrodescendientes, los trajes, ritos y prácticas violentas fueron asumidas por grupos individuales que buscaron revivir el KKK utilizando estrategias terroristas para atacar inmigrantes y autobuses escolares que buscaban
evitar los vestigios de segregación racial. No obstante sus esfuerzos por mantener viva la organización, la cantidad de denuncias legales, como la intervención del FBI terminó por sepultar nuevamente el movimiento.
El debate se plantea en la actualidad. Para las agencias previamente citadas, en Estados Unidos aún persiste la herencia de violencia y odio además de 5.000 individuos que se identifican como parte del KKK. Aunque ningún político estadounidense se atrevería a expresar públicamente este tipo de posiciones, o nombrar siquiera al Klan, la noticia publicada por el diario El Mundo sobre un ciberataque de los ciberactivistas de Anonymus hacia el KKK en el que alegan que cuatro senadores republicanos -junto a 50 personas más- forman parte de la
organización ha dejado más dudas que certezas. ¿Se tratará de un Klanbake invertido?
Augusto Gabriel Arnone
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP