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25N: Día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres. Palabras al silencio

Este 25 de noviembre, fecha en que se conmemora el Día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres en memoria del asesinato de las hermanas Mirabal (1960) en República Dominicana, nos encontramos en una coyuntura global preocupante. Se observa que mientras algunos países avanzan en materia de políticas que intentan contribuir a escenarios de mayor igualdad[1]otros producen retrocesos significativos que afectan duramente en la vida de las mujeres[2].

Transitamos un contexto de postpandemia, que nos exige realizar acciones tendientes a atenuar las consecuencias de una crisis humanitaria global, cuyos efectos multidimensionales agravan las condiciones de vida de millones de mujeres, infancias y adolescencias. Exclusión del mercado laboral, precarización de las condiciones de empleo, sobrecarga de las tareas de cuidados, ausencia de corresponsabilidad paterna en la atención a las infancias son solo algunas de las situaciones que agudizaron interseccionalmente las condiciones de opresión y vulnerabilidad preexistentes.

Por otro lado, las guerras, la crisis climática, política y la economía extractivista, arrojan cada año a millones de personas a una situación de desplazamiento forzado[3], a estatus de refugiadas, migrantes y/o búsqueda de asilo político. Son personas obligadas a dejar sus hogares porque sus territorios se volvieron espacios hostiles para la supervivencia. En este sentido, cobra relevancia destacar que el 50% de esta masa humana desplazada son mujeres y niñas, y las posibilidades de sufrir todo tipo de violencias aumentan en contexto de desplazamiento[4].

En este momento también nos hallamos ante el despliegue de un evento deportivo de alcance mundial que se realiza con sede en un país[5] que viola abiertamente los Derechos Humanos y restringe a las mujeres y diversidades del goce de derechos básicos. Este hecho visibiliza las complicidades del mundo, y -sobre todo- nos lleva a reflexionar sobre cuánto nos falta por recorrer en el camino hacia un mundo más igualitario y menos violento hacia las mujeres. En esa línea, se recupera la conceptualización de Chaves (2022)[6], quien ha caracterizado dos tipos de silencios ejercidos por la opinión pública internacional, que constituyen parte de lo que ella denomina “una falsa ética occidentalista”. Éstos son el “silencio indolente”, que guarda relación con la indiferencia de los sujetos afectados por hechos, grupos, Estados u organizaciones que los vulneran y que en la totalidad de los casos está asociado a un sujeto colectivo “ellos” exotizado/racializado; y el “silencio encubridor”, emparentado con la complicidad, la negligencia y la hipocresía del “nosotros” −blanco, varón proveniente de los centros económicos de poder (principalmente capitalistas)−.

En otro orden, si bien es cierto que por momentos parecería que las luchas feministas son infructuosas ante la alianza capitalista-patriarcal, estamos convencidas que nuestras presencias, voces y vidas importan y deben ser valoradas. Por eso, la violencia debe cesar, ya que es nuestro derecho habitar el mundo sin miedo: sin miedo a las violencias y también sin temor a perder los derechos conquistados.

Para que nuestras conquistas no sean frágiles, debemos entender que esta lucha colectiva exige sororidad, e inclusión; porque, más allá de las diferencias (culturas, etnias, clase, nivel de instrucción, etc.), constituimos el sujeto político al que el patriarcado oprime, y eso lo tenemos en común. Es una condición que nos amalgama y hermana.

Por todo lo anterior, es urgente entender que las fragmentaciones y disputas que nos separan dentro de los feminismos, son capitalizadas por el sistema patriarcal que está omnipresente, encarnado en los medios de comunicación, en la justicia, en los parlamentos, congresos y hasta en la academia.

Este 25N recordamos a las mujeres víctimas de femicidios, y acompañamos a las mujeres sobrevivientes de las violencias. A las que no pueden hacer oír sus voces, les decimos que acá estamos para escucharlas.

Por todas.

Merecemos vivir sin miedo.

¡Vivas y libres nos queremos!

 

María Alejandra Astorga
Integrante
Centro de Estudios en Género(s) y Relaciones Internacionales (CeGRI)
IRI-UNLP

Notas:

[1] Treinta países latinoamericanos se comprometieron a colocar en sus agendas a implementación de políticas y sistemas integrales de cuidado desde las perspectivas de género, interseccionalidad, interculturalidad y Derechos Humanos (XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe). Fuente: ONU MUJERES

[2] La Corte Suprema de Estados Unidos deroga el fallo del caso Roe, eliminando el derecho constitucional a la interrupción del embarazo en todo el país. 

[3] 89,3 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo. 16 de junio de 2022.  Fuente: TENDENCIAS GLOBALES DE ACNUR 2021

[4] “En muchas sociedades, las mujeres y las niñas enfrentan discriminación y violencia todos los días, solo por su género. Una tarea cotidiana como recoger agua o ir al baño puede ponerlas en riesgo de violación o abuso. Durante el desplazamiento, este problema aumenta. Las mujeres y las niñas representan alrededor del 50% de la población refugiada, desplazada internamente o apátrida, y estarán más vulnerables: mujeres no acompañadas, embarazadas, jefas de hogar, discapacitadas o adultas mayores”. Fuente: ACNUR 

[5] Restricciones a la libertad de expresión y de reunión, desapariciones forzadas, sistema de tutela masculina a las mujeres, prohibición y prisión para las relaciones sexo-afectivas homosexuales. Fuente: AMNISTIA INTERNACIONAL

[6] Chaves, D. D. (2022). La intangibilidad del daño a las mujeres: lo que el Derecho Internacional no alcanza a proteger en los conflictos armados. En: Salimena, G. (Comp). Repensar las Relaciones Internacionales. Enfoques contemporáneos en torno a las teorías internacionales, la geopolítica y el mundo globalizado. Teseo.