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A 20 años de la invasión a Irak

No eran pocos los que sostenían que la finalización de la guerra fría traería aparejado un mundo menos conflictivo, en donde la cooperación proyectara nuevos horizontes temporales sustentándose sobre una visión más maleable de la naturaleza humana. Esta corriente neoliberal que aboga por un nuevo orden internacional, entre los que se destacaba con “El fin de la historia” quedaron perplejos a ver que sus teorizaciones perecían con el estallido de nuevos conflictos interestatales e intraestatales, quizás de una naturaleza diversa a la que estábamos acostumbrados durante la guerra fría. Era una conflictividad religiosa, cultural, racial, en donde la denominada baja política tomaba cierto impulso en la agenda de seguridad internacional. Sin lugar a dudas, la guerra de Irak perfilaba la construcción de un nuevo orden de posguerra signado por un reordenamiento del sistema por parte de Estados Unidos y sus aliados, donde podrían intervenir en diversas áreas para garantizar la estabilidad y la paz, mediante la persuasión, mediación, conciliación o el uso de la fuerza (si fuese necesario) contra aquellos que buscaran quebrantarla. Para algunos entendidos, el punto de iniciación fue precisamente la guerra de Irak, Somalia y la guerra en Bosnia, donde se aplicó un multilateralismo asertivo, dejando a cargo de Naciones Unidas o de la OTAN ciertos objetivos de política exterior.

Lo cierto era que parecía volver a imponerse una visión realista de la política internacional, al sostener algunos de sus detractores que históricamente se había fallado en establecer ciertas normas de conductas para los actores, y que ello condujo hacia modelos utópicos y mayores niveles de violencia. Quizás lo que mejor podría funcionar para la época, era el modelo asociación-exclusión, donde los actores más conflictivos que no acataran normas de conductas pre-establecidas, sean privados de los beneficios de la cooperación. En este contexto, la seguridad internacional comenzaba a tomar otras dimensiones distintas de las que había gozado en la guerra fría. Hay una aplicación conceptual tanto de su connotación, así como su denotación a partir del surgimiento del movimiento teórico constructivista de fines de los 80 y comienzos de los noventa.

La revalorización conceptual/teórica se fundaba bajo la influencia de la escuela inglesa de las relaciones internacionales y su concepto de sociedad internacional en contraposición al término “sistema” que solía usarse en la tradición norteamericana y una revalorización en la búsqueda de una síntesis entre la trascendencia del rol de la estructura y los individuos como determinantes de los comportamientos, destacando que éstos tienen un papel de importancia, al igual que sus demandas en materia de seguridad. El ejemplo más claro de estos cambios es la incidencia que comienzan a tener en materia de seguridad los organismos internacionales, siendo el término seguridad humana un concepto que alude a las amenazas crónicas y protección contra las inseguridades cotidianas.

En ese modelo de asociación-exclusivo mencionado más arriba, la anexión de Kuwait, por parte de la Irak de Saddam Hussein, presentaba un caso cercano a lo “ejemplar” de lo que la falta de acatamiento de las conductas prestablecidas en el seno la Sociedad Internacional podía traer como consecuencia.

La reacción de Occidente, liderada por Washington con George Bush en la Casa Blanca, fue cerrar filas en Naciones Unidas, obtener la autorización del Consejo de Seguridad de emplear la fuerza a través de la resolución 678 en noviembre de 1990, y a través del empleo de una coalición internacional integrada por más de 35 países, lograr la expulsión de las fuerzas iraquíes del territorio kuwaití, restaurando la soberanía vejada para febrero de 1991.

A los efectos de “poner en vereda” al régimen gobernante en Bagdad, la ONU le impuso severísimas sanciones, que al ser dispuestas en resoluciones del Consejo de Seguridad, eran de cumplimiento obligatorio no solo para Irak, sino para la Sociedad Internacional en su conjunto. Entre ellas, la emblemática resolución 687 de abril de 1991, donde se impone la necesidad de respeto de la integridad territorial, soberanía e independencia de Kuwait, la demarcación definitiva y respeto de las fronteras de Irak y Kuwait, la obligación de Irak de aceptar inspecciones para constatar el desmantelamiento definitivo de su arsenal de armas de destrucción masiva, y un gravoso embargo comercial (excepción hecha a medicamentos y alimentos), todo ello sujeto a verificación internacionales.

El proceso de verificaciones estuvo repleto de tensiones, motivadas en las provocaciones recíprocas entre Washington y Bagdad. En repetidas ocasiones los inspectores fueron más allá de lo que la ONU había encomendado, y en reiteradas oportunidades, Saddam Hussein obstaculizaba[1] o, directamente, expulsaba o impedía el ingreso a Irak de las misiones internacionales que debían verificar el cumplimiento de las sanciones impuestas a Bagdad[2]. Se denunció, sin grandes fundamentos ni pruebas, que todo ello era consistente con un plan iraquí para dotarse de armas de destrucción masiva, naturalmente en contra de las sanciones impuestas desde Nueva York[3].

Con los republicanos nuevamente en el poder en EE.UU. (esta vez era George W. Bush el presidente, hijo de quien liderara la coalición internacional formada en 1990 durante la Guerra del Golfo), y tras la traumática experiencia vivida por el pueblo americano con los atentados del 11S, la tensión con Irak era creciente y se presentaba la oportunidad para los “neoconservadores” de sancionar a uno de los integrantes del “Eje del Mal[4]” y concluir el trabajo iniciado en 1990: llegar hasta Bagdad esta vez y terminar con el régimen de Hussein.

Esta vez, aquellos que acompañaron a Washington en su nueva aventura a Medio Oriente fueron muchos menos, y tan así fue que no obtuvieron el visto bueno en el Consejo de Seguridad. EE.UU., Reino Unido, y España (los integrantes más prominentes de la nueva coalición, los “tres de las Azores”), amagaron en presentar un proyecto que autorizara al ejercicio de la fuerza contra Irak[5], y ante la amenaza del veto francés, ruso y chino en Nueva York, consideraron innecesario conseguir tal venia[6], argumentando (a contramano del resto de la Sociedad Internacional) que el uso de la fuerza estaba implícitamente autorizada en las resoluciones que habían impuesto las sanciones (de manera paradigmática, la 1441, de noviembre de 2002, y las demás pertinentes, como las  661 (1990), 678 (1990), 686 (1991), 687 (1991), 688 (1991), 707 (1991), 715 (1991), 986 (1995), 1284 (1999) y la 1382, de 2001).

Por aquel entonces, la coalición dio un ultimátum al gobierno iraquí[7], y ante el incumplimiento de las condiciones demandadas, inició sus ataques el 20 de marzo de 2003[8].

Las acciones armadas duraron, formalmente, hasta el 1 de mayo del 2003[9], pero la ocupación se extendió hasta el 18 de diciembre de 2018, cuando fue finalizada por el presidente de los EE.UU., Barak Obama[10], convencido de que el foco de atención de Washington tenía que apuntar a Afganistán más que a Irak. A lo largo de esos más de 15 años las fuerzas de ocupación jamás encontraron las armas de destrucción masiva; no fueron testigos de la democratización iraquí ni de una posterior democratización de Medio Oriente; no consiguieron apoyar a un gobierno capaz de controlar la situación interior, y no lograron estabilizar a un actor regional clave, como lo es Irak.

Tampoco podemos dejar de recordar el cúmulo de decisiones adoptadas sin medir las consecuencias, como la disolución de las fuerzas armadas iraquíes[11] y la ilegalización del Baaz[12], privando de algunos interlocutores políticos de peso a las fuerzas de ocupación y su estructura civil, liderada por Paul Bremer, que hubieran sido útiles en una primera etapa de transición (es maniqueo concluir que toda la elite política iraquí estaba en 100% de acuerdo con Saddam Hussein) y nutrió de soldados experimentados[13], veteranos, muchos de ellos, de al menos tres guerras (Irak-Irán, 1980 a 1988, Guerra de Kuwait, 1990-1991 y de la invasión a Irak, 2003) a la bestia que surgiría frente a las fuerzas occidentales desplegadas en la región: ISIS[14]. Es difícil estimar el número de bajas causadas por el combate a ISIS, pero algunas cifras conservadoras hablan de entre 15.000 y 22.000 víctimas civiles; y, como consecuencias políticas, la consolidación deBashar al-Assad como presidente de Siria (Occidente entendía que ISIS se presentaba como una oportunidad para “sacárselo de encima” y arrebatarle una pieza clave a Moscú de su tablero en la región) y la “paradójica” entrada, en la escena interna iraquí, de Irán, ya que su Guardia Revolucionaria combatió codo a codo con el ejército regular de Bagdad[15] contra el Estado Islámico.

Quedan muchos recuerdos de barbarie y cinismo en este conflicto, que fue deseado por todas y cada una de las partes que protagonizaron el enfrentamiento en cuestión: la Secretaria de Estado de los EE.UU., Madeleine Allbright, justificando la muerte de 500.000 niños en Irak como consecuencia de las sanciones impuestas desde Occidente[16], el papelón de quien fuera también Secretario de Estado, Colin Powell, dando un discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU, avalando la mentira sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak[17], el “acting” de George W. Bush anunciando la “misión cumplida” en la cubierta del portaaviones USS Lincoln el 1 de mayo de 2003[18], la ejecución de Saddam Hussein, tras su juzgamiento el 30 de octubre de 2006[19].

Fueron 13 años, desde la anexión de Kuwait por parte del régimen de Hussein (1991) hasta la invasión a Irak llevada adelante por algunos países occidentales (2003) donde constataríamos la terminación del siglo XX y de qué se trataría el siglo XXI, que pondrían fin al interregno de falsa percepción de que la Sociedad Internacional podía tornarse, finalmente, en Comunidad Internacional

Ni hablar de las consecuencias directas del conflicto: más de 100.000 víctimas causadas por la invasión (según un informe presentado por la prestigiosa revista médica TheLancet[20]), el daño irreversible causado a Naciones Unidas y, por añadidura, al Derecho Internacional, la indeleble mancha causada al prestigio de los EE.UU., al perder de manera definitiva la ventaja moral y la solidaridad internacional recibida tras haber sido víctima de los atentados del 11-S, así como los perjuicios que tuvieron que “pagar” aquellos que por alineamiento acrítico fueron cómplices de una clara violación a la legalidad internacional y sus principios básicos[21].

Está claro que esa “huída hacia adelante” llevada adelante por el gobierno conservador de EE.UU. tuvo como principal víctima al pueblo iraquí. Pero cuando el daño es tan grande, evidente y duradero, podemos afirmar, sin dudarlo, que también es víctima la Sociedad Internacional en su conjunto.

Juan Alberto Rial
Secretario
IRI – UNLP
Coordinador
Departamento de Seguridad Internacional y Defensa
IRI – UNLP

Gonzalo Salimena
Secretario
Observatorio de Terrorismo
Departamento de Seguridad Internacional y Defensa
IRI – UNLP

Referencias:

[1]Ver Unánime condena de la ONU a Saddam Hussein (clarin.com)

[2]Ver Saddam denuncia por espionaje los inspectores de la ONU (clarin.com)

[3] Ver Así argumenta Powell la acusación contra Sadam | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[4]Ver Cómo se fabricó el ‘eje del mal’ | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[5]Ver El proyecto de resolución de Londres y Washington asegura que Irak ha incumplido sus obligaciones | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[6]Ver Estados Unidos, Reino Unido y España dan por cerrado el debate en la ONU | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[7]Ver Sadam y sus hijos vieron juntos el ultimátum de Bush por televisión y tomaron la decisión de resistir | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[8]Ver Las primeras explosiones, en las afueras de Bagdad | Hemeroteca | EL PAÍS (elpais.com) y Ofensiva militar en la frontera iraquí | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[9] Ver Bush da por terminada la batalla de Irak pero advierte de que «la guerra continúa» | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[10]Ver Obama pone fin a la guerra de Irak | Internacional | EL PAÍS (elpais.com) y Obama pone fin a la ocupación en Irak: “La historia juzgará” (ambito.com)

[11]Ver EE UU disuelve el Ejército y los cuerpos de seguridad del antiguo régimen iraquí | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[12]Ver Los funcionarios afines al Baaz serán expulsados del nuevo Gobierno iraquí | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[13]Ver Hombres de Sadam apuntalan el poder del Estado Islámico | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[14]Ver ¿Qué es ISIS? Historia y datos para saber más sobre este grupo terrorista (cnn.com) y Qué es un califato y cuánto respaldo puede tener – BBC News Mundo

[15]Ver Afirman que EE.UU. e Irán combaten juntos al ISIS (clarin.com) y La guerra contra ISIS: ¿quién hace qué? | CNN

[16]Ver Madeleine Albright justifica 500 mil niños iraquíes muertos por sanciones a Iraq – YouTube

[17]Ver Powell se arrepintió del discurso que dio en la ONU sobre Irak – LA NACION

[18]Ver Bush vuelve a casa con las tropas | Internacional | EL PAÍS (elpais.com) y ¿Misión cumplida? | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[19]Ver Sadam Husein, ejecutado en la horca | elmundo.es

[20] Ver Más de 600.000 muertos en Irak desde 2003 | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[21]Ver, a modo de ejemplo, el Informe Chilcot.