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La visita de Bashar Al-Assad a Abu Dabi: un recorrido reciente por las relaciones sirio-emiratíes

El domingo 19 de marzo el presidente de Siria, Bashar Al-Assad, arribó a Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos (EAU), para reunirse con el presidente de ese país, el jeque Muhammad bin Zayed Al-Nahyan. Esta visita resulta útil, en primer lugar, para repasar la importancia de las relaciones entre ambos Estados; en segunda instancia, para pensar algunas perspectivas interesantes para la región.

El destino elegido por el presidente sirio tiene gran relevancia: Al-Assad, aislado regionalmente tras su respuesta a las protestas de 2011, en el marco de la Primavera Árabe, había realizado exactamente un año atrás una visita a Dubai, la segunda ciudad más importante de EAU, para dialogar con su primer ministro, el jeque Muhammad bin Rashid Al-Maktoum. No obstante, el reciente encuentro presenta características divergentes al anterior: mientras en 2022 fue recibido por un funcionario de menor rango en el contexto de un viaje relámpago, en esta ocasión fue recibido por su par, el presidente de los EAU, con todos los honores.

Vale recordar que, desde el inicio de la Primavera Árabe, EAU optó por cerrar su embajada en Damasco, aunque sin interrumpir las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. La medida se encuadró en el contexto de otras similares que adoptaron sus socios del Consejo de Cooperación de Estados Árabes del Golfo, algunos de los cuales optaron por respaldar a la oposición al régimen de Al-Assad. Tiempo después, la expansión de la organización llamada “Estado Islámico” sirvió para acercar posiciones contra el “enemigo común”, como lo llamó la cancillería emiratí. En virtud de sus propios cálculos políticos y de su inclinación por una política exterior crecientemente pragmática, que apunta no solo a la obtención de beneficios económicos sino también a mejorar su imagen internacional, la reinauguración de la legación en Damasco fue la punta de lanza de otros gestos que llevó adelante EAU: el relanzamiento del diálogo con Irán, la retirada de Yemen, la reducción de la presencia militar en Libia y el cuerno de África, etc.

En la aproximación entre Al-Assad y Muhammad bin Zayed, el Ministerio de Relaciones Exteriores de EAU ha sido una herramienta fundamental. El canciller del país y hermano menor del presidente, el jeque Abdullah bin Zayed, fue uno de los primeros funcionarios de alto rango de la región en visitar Damasco en diciembre de 2021, tras el inicio del conflicto en 2011, en una medida que su par sirio Faisal Mekdad calificó de “valiente”. Bin Zayed repitió la visita en enero de este año, y luego en febrero. Si bien en dicha oportunidad el viaje tuvo un carácter humanitario, tras el trágico terremoto que afectó a Siria y Turquía. Con ocasión del cataclismo, y en línea con uno de los pilares de su política exterior, EAU envió aviones con tres mil toneladas en material de asistencia humanitaria y dos paquetes de ayuda por cincuenta millones de dólares cada uno para el área siria afectada. Ello sin mencionar el envío de equipos de rescate, incluso que víctimas de este desastre natural también fueron trasladadas para recibir tratamiento en hospitales emiratíes.

Volviendo a la visita de Al-Assad, este viaje del líder sirio fue el segundo a la región en menos de treinta días, ya que a fines de febrero se había dirigido a Mascate para entrevistarse con el sultán Haitham, jefe de Estado de ese país. Cabe mencionar que Omán es un actor con una amplia trayectoria como mediador en distintos conflictos regionales, que se presume que actualmente estaría oficiando frente al posible retorno de Siria a la Liga Árabe, institución regional de la cual el gobierno de Damasco fue suspendido en 2012.

Lo cierto es que la visita se produce en una instancia en la cual la percepción de una retirada estadounidense de Medio Oriente es cada vez mayor. Frente a la posibilidad de que quien supo ser el gran garante de su seguridad haya dejado de focalizar su atención en la zona, las monarquías del Golfo han emprendido su propia búsqueda de estrategias para aliviar tensiones en el escenario regional. En este caso puntual, por ejemplo, el restablecimiento de los vínculos con Siria, iniciativa respecto de la cual Washington, incluso, se ha mostrado en contra. Empero, ello no ha impedido el acercamiento de EAU a aquel país.

En línea con lo ya referido, el acuerdo Riad-Teherán para restablecer relaciones diplomáticas puede ser uno de los motores que acelere la normalización de Siria en el contexto regional, en un marco en el cual Arabia Saudita se niega a dar por perdido al régimen de Damasco. Para eso, debe empujar a que sus socios puedan al menos igualar la influencia económica que Irán ganó en la reconstrucción de Siria.

En otro orden, el reingreso de Siria a la Liga Árabe podría convertirse en el sello que pusiese fin, al menos por ahora, a los resquemores de Al-Assad de que sus vecinos apoyarían a un gobierno opositor, asegurándose cierta estabilidad hasta la finalización de su mandato prevista para 2028. Así, Riad aspira a lograr un cierto balance frente a la preponderancia de Teherán en Siria. En este contexto, tanto Túnez como Egipto se mostraron proclives a dialogar nuevamente con Damasco, alentando el accionar saudita, que anunció incluso la posible reapertura de su embajada en Damasco después del mes sagrado de Ramadán. Por otra parte, en materia de política exterior, el respaldo de la Liga Árabe a Siria le daría herramientas al gobierno de Al-Assad para sostener una posición soberanista frente a Turquía en lo relativo a las zonas de ocupación que mantiene en el norte de su territorio y que suman casi nueve mil kilómetros cuadrados.

Ornela Fabani
Secretaria
Said Chaya
Integrante
Departamento de Medio Oriente
IRI – UNLP