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Santos y pecadores. Siria, Ucrania y la gestión estratégica de la guerra

La reincorporación de Siria a la Liga Árabe

La continuidad de la guerra civil en Siria ha generado importantes repercusiones a nivel regional e internacional. En los últimos meses, se han producido una serie de eventos que han puesto de manifiesto la necesidad de una respuesta coordinada y efectiva. Desde el terremoto en la frontera entre Turquía y Siria, del 6 de febrero, hasta el acuerdo entre Arabia Saudita y la República Islámica de Irán patrocinado por China en marzo, los acontecimientos han llevado a replantear el papel de la comunidad internacional y la intervención de las grandes potencias en la región.El mencionado terremoto desencadenó una rápida respuesta regional. El gobierno de Estados Unidos, en consonancia, levantó sanciones para permitir la asistencia humanitaria, gesto que pareció intensificar la coordinación de una respuesta conjunta de los países árabes. A su vez, el acuerdo entre Arabia Saudita e Irán, dos actores clave en la región, ha propiciado un escenario favorable para la reconstrucción de Siria y ha despertado la necesidad de una mayor implicación de los países árabes en la resolución del conflicto.

Esta lectura se explica a partir del convencimiento de que la intervención norteamericana, o por lo pronto, occidental, ha sido insuficiente, no ha sido idónea, y que sencillamente, no ha logrado ni logrará objetivos mayores para frenar las hostilidades. Es más, la inestabilidad política en Iraq y la precipitada retirada de Afganistán constituyen algunos hechos de magnitud que los gobernantes del Medio Oriente observan con atención para estudiar la capacidad de Estados Unidos y sus aliados en torno a tal menester.

Al margen de la apreciación respecto a la corrosión del liderazgo norteamericano específicamente, aún un actor más que preponderante en términos militares y económicos en el Medio Oriente, los gobiernos del Mundo Árabe han llegado a la conclusión de que la comunidad internacional no está abordando el conflicto sirio de manera eficiente. En otras palabras, la retirada progresiva y decisiva de Estados Unidos ha dejado en manos de los países árabes la responsabilidad de intervenir y resolver la crisis en Siria. Esto se suma al desafío de lidiar con la enorme cantidad de refugiados sirios que han buscado refugio en la región en los últimos años.

Uno de los países que ha tomado un papel activo es Jordania, que ha promovido la iniciativa de reunir a los ministros de Exteriores y gobernantes de los miembros de la Liga Árabe. Se ha sugerido la reincorporación de Siria a la Liga Árabe tras doce años de suspensión como una condición más para avanzar en el proceso de recomposición del país. Sin embargo, es importante destacar que no existe consenso completo sobre el alcance de esta reincorporación ni se considera una validación del gobierno actual de Bashar al-Assad. Dicho de otro modo, para los países vecinos y regionales, la guerra civil ya resulta demasiado larga y sus consecuencias, demasiado negativas para seguir sorportándolas.

Los efectos que se esperan de la reincorporación de Siria a la Liga Árabe son diversos. En el corto y mediano plazo, se busca facilitar la repatriación progresiva de refugiados, aunque las condiciones aún no son propicias para su retorno debido a los continuos enfrentamientos y la falta de un proceso de paz y reconciliación. Asimismo, la presencia de Irán en Siria constituye una preocupación general debido a su implicación en el conflicto y, como punto no menor, a raíz de las tensiones resultantes entre Irán, Hezbolá y el gobierno de Bashar al-Assad con Israel. Por lo tanto, una disminución del conflicto en Siria también podría contribuir a frenar los ataques selectivos de Israel contra objetivos iraníes y libaneses en este tercer país.

Además, Siria se ha convertido en una fuente de narcotráfico en los últimos años, lo cual impacta negativamente en los países vecinos como Jordania y Arabia Saudita. Con esto nos referimos al tráfico de las píldoras de anfetaminas conocidas como Captagon. Precisamente, la reincorporación de Siria a la Liga Árabe permitiría un mayor monitoreo de la situación en el país y brindaría un marco para abordar este problema, que ha sido subestimado en el debate público. Un dato no menor es que el congreso norteamericano emitió un acta en 2022, que etiqueta la producción y tráfico de Captagon en la Siria de Bashar al-Assad como un problema de seguridad transnacional y pregona la responsabilidad de desmantelar estas operaciones.

El santo y el pecador

Ahora bien, la institucionalización de la readmisión de Siria a la Liga Árabe adquiere una nueva magnitud con la decisión de invitar formalmente al presidente sirio, Bashar al-Assad, a asistir personalmente a la reciente cumbre. Este hecho resulta controvertido para algunos países miembros de la Liga Árabe, como Qatar, ya que no todos están convencidos de que al-Assad sea el mejor socio para llevar a cabo la reconstrucción institucional, política y económica del país. Sin embargo, existe un consenso más o menos establecido entre estos países de la necesidad de encontrar al menos un interlocutor con el cual negociar.

Es así que, pese a explícitas objeciones, al-Assad fue efectivamente invitado a la cumbre, coincidiendo con otra participación inédita y de gran relevancia internacional: la visita del presidente ucraniano, VolodymyrZelensky, a la Liga Árabe. A pesar de que las petromonarquías del Golfo son aliadas comerciales y militares de Rusia, así como siguen siendo socios tradicionales de Occidente, estas no dejaron de invitar a Zelensky a la cumbre. Es interesante que este hecho pone de manifiesto que el alineamiento regional con Rusia, que ha sido progresivo y destacado en los últimos años, no impide la interacción con líderes extrarregionales de importancia. Hoy en día, el curso de la guerra ruso-ucraniana y la respuesta de la comunidad internacional hacia ella, han hecho de Zelensky un líder inexpugnable ya que la situación empuja, pese a todo juego estratégico de ambigüedades, a tomar posición.

Es decir que en la Liga Árabe contamos con dos presencias novedosas. Un viejo conocido, Bashar al-Assad, al que otros miembros del organismo ven con recelo. Por otro lado, un huésped que hace escala en el marco de una gira internacional, agradeciendo, buscando y exhortando a otros a brindarle apoyo. Esto me recuerda una frase de Oscar Wilde, que dice lo siguiente: “La única diferencia entre un santo y un pecador es que mientras el santo tiene un pasado el pecador tiene un futuro”.

No me interesa tomar esta sentencia providencial o literalmente, pero sí considerar que la ponderación pública de uno u otro líder no ha derivado, en definitiva, en condiciones para obstruir la legitimación de un presidente de facto que ha usado armas químicas contra población civil y que es responsable de una de las crisis humanitarias más notables del nuevo milenio. Hoy por hoy, el mundo adjudica a Zelensky, un advenedizo de la política, las cualidades y dotes de mando de una suerte de Winston Churchillimbatible frente a un Goliat que, aunque potencia nuclear, ha rápidamente devenido estado paria de la comunidad internacional.

La presencia de Zelensky en esta audiencia nos habla de dos o tres dimensiones importantes. En primer lugar, la guerra ruso-ucraniana ha tenido un impacto económico grave y global, afectando en gran medida los precios de las commodities (situación preocupante para el Norte de África pero también para el Golfo, importadores de alimentos, cereales y aceites). Esto se evidenció especialmente en el sector energético, que involucra a muchos países de la Liga Árabe, particularmente, de interés para los países miembros de otro organismo, el Consejo de Cooperación del Golfo, es decir, las seis petromonarquías productoras de petróleo y gas natural licuado.

Aunque para el Mundo Árabe la guerra ruso-ucraniana sea relevante porque ha desmejorado la situación de un actor que supo establecerse como un proveedor de armas alternativo a Estados Unidos (como ejemplifica el caso de Emiratos Árabes Unidos, entusiasta comprador de armamento ruso) e incluso como un destino atractivo para inversiones financieras en la construcción de infraestructuras, los gobiernos de los países árabes comprenden la relevancia de reconocer a Zelenskyy responder a su proclama, por ejemplo, brindando ayuda económica a Ucrania. Tal ha sido el caso de Arabia Saudita, que a las promesas de asistencia añade su apoyo a las Resoluciones de las Naciones Unidas en contra de la agresión rusa contra Ucrania. De este modo, la monarquía saudí intenta posicionarse como mediador en el conflicto y ser percibida, internacionalmente, como un actor de peso por mérito propio.

Es tan interesante como relevante observar la construcción de significados compartidos y aprehender cómo pueden ser enunciados por actores diferentes en un mismo foro. Allí donde Zelensky reforzó su rechazo a la invasión rusa y buscó empatizar con el auditorio árabe musulmán estableciendo un marco de experiencias compartidas de resistencia ante la invasión de fuerzas colonizadoras extranjeras, los líderes árabes también rechazaron la injerencia de terceras partes en la guerra civil siria. Esta consideración se tensiona aún más si consideramos que ambas visitas suponen la copresencia de Zelenskyy la de al-Assad en la cumbre, donde el santo señala y repudia al pecador,por ser aliado de su mayor enemigo y también de Irán, que hoy en día proporciona armas que el Kremlin usa en su contra.

Además, la readmisión de Siria en la Liga Árabe después de doce años de suspensión se explica en parte por el impulso dado por el acuerdo entre Arabia Saudita e Irán, respaldado por China,que deriva en esta suerte de legitimacióndel gobierno de Bashar al-Assad como mecanismo de neutralización de las hostilidades en Siria. El próximo capítulo para este país, estará por verse. Esta situación implica que los países árabes estén dialogando tanto con Irán, un Estado percibido especialmente por Arabia Saudita, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos como una amenaza, y con China.

Es decir que el desplazamiento de Estados Unidos por nuevas potencias puede generar condiciones para la conformación de potenciales sociedades militares y comerciales con aliados antes vistos como enemigos. A mi entender, es apresurado plantear este escenario respecto a Irán pero los hechos muestran una celeridad más que contundente respecto a Siria: entre el acuerdo promovido por China, la región no tardó demasiadoen reconciliarse con uno de los principales socios de Irán, que también es un socio indispensable de Rusia.

La cumbre de la Liga Árabe adquiere un carácter específico debido a la importancia de las intervenciones de al-Assad y Zelensky, lo que demuestra que estos organismos internacionales son plataformas de discusión de situaciones complejas y de alcance global, que van más allá de los límites geográficos, culturales y simbólicos específicos para tal o cual organización. Las derivaciones de la guerra ruso-ucraniana y la guerra civil siriaexhiben cómo las alineaciones políticas locales y geopolíticas trascienden los intereses y contextos específicos de los países involucrados. Tal es el caso del conflicto en Siria, que aún no está resuelto y carece de un proceso efectivo y genuino de diálogo y reconciliación nacional.

La gestión de la guerra y de los procesos de paz, o bien siquiera de paz, pero al menos de neutralización de hostilidades, constituye un factor de interés para países que aspiran a ejercer un rol relevante en la comunidad internacional, como Arabia Saudita y Qatar.

Para eso debe negociarse con pecadores con futuro y con los santos del presente. Los países del mundo árabe e islámico están cada vez más convencidos de que la solución para este conflicto no vendrá de la intervención de los socios y aliados tradicionales de Occidente, sino que deberán buscar iniciativas propias a nivel local y regional. A pesar de su singularidad, estas iniciativas no están desvinculadas de las problemáticas globales que parecen estimular respuestas pragmáticas.


Ignacio Rullansky

Coordinador
Departamento de Medio Oriente
IRI – UNLP