La construcción de una cultura de paz, que constituye un mandato universal de la comunidad internacional, requiere de los Estados un comportamiento que no se ve reflejado en la postura asumida por nuestro país en la votación de la resolución 79/269, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 4 de marzo de 2025 por 162 votos a favor y solo tres en contra (Estados Unidos, Israel y Argentina). Mediante tal resolución se proclama el 28 de enero Día Internacional de la Coexistencia Pacífica y se invita a todos los Estados miembros, a las organizaciones pertinentes del sistema de las Naciones Unidas, “dentro de los límites de los recursos existentes”, a las demás organizaciones internacionales y regionales, a la sociedad civil, el sector privado, el mundo académico y los medios de comunicación a celebrar ese Día Internacional, invitándose asimismo a todos los Estados miembros a que sigan promoviendo una cultura de paz para ayudar a hacer realidad la paz y el desarrollo sostenible, en especial a través de la celebración de los días internacionales a este respecto “y movilizando los esfuerzos de la comunidad internacional con miras a promover la paz, la tolerancia, la inclusión, el entendimiento y la solidaridad”.
La resolución reconoce que “la paz no solo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se resuelvan los conflictos con espíritu de entendimiento y cooperación mutuos”, como señala la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (1999); reconoce además “la necesidad de la participación plena, igualitaria, significativa y sin riesgos de las mujeres y la contribución importante y positiva de la juventud en la promoción de la paz y la seguridad, el desarrollo sostenible y los derechos humanos”, a la vez que alienta “a que se realicen actividades encaminadas a promover la coexistencia pacífica para aumentar la paz y la estabilidad social, el respeto por la diversidad y el respeto mutuo, y para crear, a nivel mundial, regional, nacional y local, un entorno que propicie la paz y el entendimiento mutuo”.
Hay que recordar que la Asamblea General ya había declarado el 16 de mayo Día Internacional de la Convivencia en Paz por medio de la resolución 72/130, aprobada el 8 de diciembre de 2017, en la cual reconoce que “convivir en paz es saber aceptar las diferencias, ser capaces de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como vivir juntos pacíficamente”. La misma resolución reconoce la importante función de la sociedad civil, incluido el mundo académico, para la convivencia en paz, y alienta a que prosigan y se intensifiquen los esfuerzos y actividades de las organizaciones de la sociedad civil en todo el mundo para promover una cultura de paz. Luego afirma que “el Día Internacional de la Convivencia en Paz es una vía para movilizar periódicamente los esfuerzos de la comunidad internacional con miras a promover la paz, la tolerancia, la inclusión, la comprensión y la solidaridad, y expresar su apego al anhelo de vivir y actuar juntos, unidos en las diferencias y en la diversidad a fin de forjar un mundo de paz, solidaridad y armonía”.
Cabe mencionar que en el Capítulo I de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados (1974) se señala que “las relaciones económicas, políticas y de otra índole entre los Estados se regirán, entre otros, por los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados; igualdad soberana; no agresión; no intervención; beneficio mutuo y equitativo; coexistencia pacífica; igualdad de derechos y libre determinación de los pueblos; y respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales”, mientras que en la resolución relativa al Día Internacional de la Coexistencia Pacífica el término en cuestión aparece principalmente relacionado con “la aceptación y el respeto de la diversidad religiosa y cultural por parte de la opinión pública”, por lo que “la educación, en particular en la escuela, debe contribuir de manera significativa a promover la tolerancia y eliminar todas las formas de discriminación”.
En los considerandos de la resolución presidencial UNLP N° 849/2024, que crea la Cátedra Libre “Cátedra de Derecho Humano a la Paz” en el ámbito de la Presidencia de la Universidad Nacional de La Plata, queda dicho que “una Cátedra de Derecho Humano a la Paz será un espacio académico que contribuirá a crear conciencia acerca de que la paz no solo es un valor universal, sino también un derecho humano fundamental relacionado con otros derechos humanos”. En este sentido, nos parece oportuno subrayar que “el derecho humano a la paz no será efectivo sin la realización de la igualdad de derechos y el respeto a las diferencias de género; sin el respeto a los diferentes valores culturales y creencias religiosas que sean compatibles con los derechos humanos universalmente reconocidos, y sin la eliminación del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia”, como afirma el preámbulo del proyecto de Declaración Universal sobre el Derecho Humano a la Paz (2023), que es el proyecto renovado que la sociedad civil internacional propone actualmente a la ONU como modelo de inspiración, a fin de que los Estados miembros reconozcan el derecho humano a la paz que, a pesar de estar sólidamente anclado en el Derecho internacional de los derechos humanos, la Asamblea General no llegó a reconocer en la Declaración sobre el Derecho a la Paz adoptada en 2016 (prólogo del libro “Los elementos constitutivos del derecho humano a la paz”, Mendoza, Qellqasqa, 2023).
Por otro lado, el párrafo 9 de la Declaración política aprobada en la Cumbre por la Paz Nelson Mandela (2018) expresa: “Reconocemos que la tolerancia de la diversidad cultural, étnica, racial y religiosa es esencial para que haya una paz duradera, comprensión mutua y amistad entre los pueblos, las naciones, las civilizaciones, las culturas y las personas. Todos formamos una única familia humana. Nos comprometemos a no permitir que nuestras diferencias limiten nuestro propósito común y nuestra visión universal, a construir sobre lo que nos une y a explorar formas creativas de salvar lo que nos divide”.
Vale recordar que en esa Declaración quedó convenido que el período 2019 a 2028 sea conocido como Decenio por la Paz Nelson Mandela, y se instó a todos los Estados miembros a redoblar sus esfuerzos por lograr la paz y la seguridad internacionales, el desarrollo y los derechos humanos durante el Decenio. Esto supone, entre otras cosas, apoyar iniciativas como la que motiva este comentario, o en su momento la de proclamar el Día Internacional de la Convivencia en Paz, porque se trata simplemente de ofrecer nuevas oportunidades a la comunidad internacional y a las sociedades nacionales para crear conciencia acerca de que promover una cultura de paz, así como la comprensión mutua, el respeto de la diversidad de la humanidad y la prevención de conflictos puede contribuir a la coexistencia pacífica, entendida esta en el sentido que tiene en la resolución respectiva de la Asamblea General, y no como un concepto ligado a ciertas miradas en particular de las que se quiere tomar distancia. Convivir en paz, o coexistir pacíficamente, es lo que exige “nuestra humanidad común”.