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El terrorismo en la era contemporánea: nuevas dinámicas y desafíos

El terrorismo en la era contemporánea: nuevas dinámicas y desafíos

Agustín Bazán[1]

Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, el mundo cambió. El fenómeno del terrorismo resurgió desde aquel entonces para demostrar la capacidad que estas organizaciones tienen para poner en jaque a las potencias. Al igual que las sociedades en todo el mundo, las organizaciones terroristas han experimentado profundas transformaciones, impulsadas por cambios tecnológicos, sociales y geopolíticos. El terrorismo contemporáneo no es un fenómeno estático, sino un campo dinámico que incorpora nuevas estrategias, se adapta a los entornos digitales y se entrelaza con conflictos híbridos y rivalidades globales.

Comprender su evolución es esencial para diseñar respuestas eficaces y sostenibles a largo plazo. Este artículo examina las principales características del terrorismo actual, sus nuevas manifestaciones y los desafíos que impone a la seguridad internacional, proponiendo una mirada crítica sobre su gestión y prevención.

De las organizaciones jerárquicas a las redes descentralizadas

Durante gran parte del siglo XX, los grupos terroristas operaban bajo estructuras jerárquicas tradicionales. Organizaciones como el Ejército Republicano Irlandés (IRA) o la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) mantenían líneas claras de mando y comunicación interna. Sin embargo, en las últimas dos décadas, el terrorismo ha evolucionado hacia modelos organizativos más flexibles y descentralizados, marcados por un sistema de “células” que operan sin conexión neurálgica con la organización central, pero siguiendo estrictamente sus lineamientos.

Según Bruce Hoffman (2017), “el terrorismo contemporáneo se caracteriza por una combinación de planificación centralizada y ejecución descentralizada, donde las células y actores individuales poseen autonomía táctica”. Esta descentralización permite a los grupos extremistas actuar de manera más ágil, dificultando su detección y neutralización a través de los métodos tradicionales de inteligencia.

La promoción de «lobos solitarios», individuos radicalizados a través de contenidos en línea y sin vínculos orgánicos con una organización madre, ejemplifica esta nueva dinámica. De forma constante se han registrado casos de ataques perpetrados por lobos solitarios, individuos marginados de las sociedades en las que viven y que toman las armas en “defensa” de una causa que los hace sentir importantes y que los pondrá, aunque sea por poco tiempo, en el mapa.  Esta tendencia descentralizada no sólo amplía el espectro de amenazas, sino que también reduce los costos y riesgos operativos para las organizaciones terroristas.

El ciberterrorismo: un nuevo frente

La digitalización global ha creado un nuevo espacio de operación: el ciberespacio. Según el Center for Strategic and International Studies (CSIS, 2023), el ciberterrorismo abarca actividades que van desde la radicalización en línea hasta intentos de sabotaje contra infraestructuras críticas. De hecho, no es anormal que conforme ocurre un apagón en alguna ciudad y/o región, se movilicen a los organismos especializados en combate del cibercrimen para establecer si el causal fue un ataque terrorista o bien solo fue una falla en la red eléctrica. Ejemplo claro de esto tuvo lugar el pasado 28 de abril de 2025, cuando un apagón generalizado afectó a Portugal, España y partes del sur de Francia.

Por otra parte, se emplean las redes sociales como herramientas del soft-power para pregonar los objetivos de las organizaciones terroristas. Hoy en día, plataformas como Telegram, foros de la dark web y otras redes convencionales son utilizadas para la difusión de propaganda, la captación de nuevos adeptos y la coordinación de ataques. Esta dimensión digital no sólo facilita la expansión de ideologías extremistas a nivel global, sino que también disminuye la necesidad de estructuras físicas o jerárquicas, contribuyendo al modelo de células bien distribuidas tierra adentro de cada país.

Conway (2017) advierte que “el rol de Internet en la radicalización violenta es cada vez más central, aunque los procesos de radicalización no deben atribuirse únicamente al entorno virtual”. Así, la interacción entre vulnerabilidades sociales locales y discursos globales en línea crea un terreno fértil para la expansión del extremismo.

Aunque hasta el momento los grupos terroristas no han demostrado capacidades cibernéticas equivalentes a las de actores estatales, Naciones Unidas (2021) alerta que los riesgos de un ciberataque significativo, que afecte sistemas críticos a escala transnacional, son reales y crecientes. La evolución de las tecnologías emergentes —como la inteligencia artificial— podría amplificar aún más estas amenazas en el futuro cercano. Algunos expertos también consideran que la inteligencia artificial puede ser empleada para vulnerar infraestructuras críticas y lograr hackear por ejemplo, baterías de misiles antiaéreos.

Terrorismo híbrido y zonas grises de conflicto

El terrorismo contemporáneo también se integra dentro de estrategias de guerra híbrida, donde la violencia no convencional, las campañas de desinformación y las operaciones cibernéticas se combinan de manera articulada. Kofman, Rojansky y Nichol (2017) señalan que “el concepto de guerra híbrida implica el uso coordinado de tácticas convencionales y no convencionales para desestabilizar a un adversario”. Y es que se ha comprobado que las organizaciones terroristas muchas veces cuentan en sus filas con exmilitares, formados en los nuevos métodos de la guerra y que han recibido capacitaciones constantes de ejércitos regulares, cuyas doctrinas adoptan y adaptan a las necesidades y requerimientos de los grupos extremistas.

Hezbolá constituye uno de los ejemplos más sofisticados de esta estrategia, combinando operaciones políticas, sociales, militares y terroristas. De manera similar, en el conflicto en Ucrania, los grupos separatistas prorrusos desplegaron tácticas de desinformación y operaciones irregulares, en una estrategia integral que desafía las categorías tradicionales de conflicto.

Galeotti (2016) enfatiza que las “zonas grises” — aquellos espacios donde no hay guerra ni paz en sentido clásico— se han convertido en el entorno natural de lasamenazas híbridas. En estos escenarios ambiguos, los instrumentos tradicionales del derecho internacional resultan insuficientes, y la atribución de responsabilidad a actores estatales o no estatales se torna compleja.

El impacto de las narrativas extremistas

La narrativa sigue siendo un arma poderosa del terrorismo moderno. Más allá de la violencia física, los grupos terroristas buscan moldear percepciones, influir en la opinión pública y reclutar adherentes a través de discursos ideológicos adaptados a diferentes contextos.

Crenshaw (2011) subraya que “la radicalización no es únicamente un proceso psicológico individual, sino que ocurre dentro de marcos sociales compartidos, donde las narrativas de victimización y resistencia adquieren gran fuerza movilizadora”.

Actualmente, los discursos extremistas se nutren de problemáticas locales como la corrupción, la marginalización y las tensiones étnicas o religiosas, adaptándose para incrementar su poder de penetración (Global Terrorism Index, 2024).

La creación de estrategias de contra narrativa efectivas se ha convertido en una prioridad para los Estados democráticos. Sin embargo, como advierte Neumann (2017), estas estrategias enfrentan el delicado desafío de contrarrestar el extremismo sin vulnerar derechos fundamentales como la libertad de expresión u otros derechos en pugna.

Nuevos desafíos para la prevención y respuesta internacional

La evolución del terrorismo exige una reconfiguración de las políticas de prevención y respuesta. La cooperación internacional se vuelve indispensable en un escenario donde las amenazas desde hace ya décadas no reconocen fronteras.

La gestión del contraterrorismo en el siglo XXI debe basarse en un enfoque integral que combine medidas de seguridad tradicionales con políticas sociales inclusivas, programas de desradicalización, protección cibernética y fortalecimiento del Estado de derecho.

El informe del Global Terrorism Index (2024) destaca que los Estados con instituciones más sólidas, niveles más bajos de corrupción y mayor cohesión social presentan una menor incidencia de terrorismo. Así, la resiliencia institucional se convierte en un elemento central para la prevención.

Además, el diseño de marcos jurídicos internacionales adaptados a las nuevas formas de terrorismo, que incluyan delitos cibernéticos y financiamiento ilícito transnacional, resulta imperativo para cerrar brechas normativas que los grupos extremistas explotan con facilidad.

En conclusión

El terrorismo contemporáneo se presenta como una amenaza multifacética y en constante evolución, marcada por la descentralización organizativa, la expansión en el ciberespacio, la utilización de estrategias híbridas y la sofisticación de las narrativas extremistas. Estas transformaciones desafían los enfoques tradicionales de inteligencia, prevención y respuesta.

Como señala Hoffman (2017), el terrorismo «no puede ser erradicado en un sentido absoluto, pero sí puede ser contenido y gestionado de manera inteligente y sostenida«. Para ello, resulta fundamental comprender las mutaciones del fenómeno, promover la cooperación internacional efectiva, fortalecer las capacidades institucionales y fomentar la resiliencia social.

En definitiva, el combate contra el terrorismo en la era contemporánea no sólo requiere fuerza militar y medidas de seguridad tanto física como cibernética, sino también inteligencia estratégica, innovación tecnológica y un compromiso firme con los valores democráticos y los derechos humanos.

Referencias

Conway, M. (2017). Determining the Role of the Internet in Violent Extremism and Terrorism: Six Suggestions for Progressing Research. Studies in Conflict & Terrorism, 40(1), 77–98. https://doi.org/10.1080/1057610X.2016.1157408

Crenshaw, M. (2011). Explaining Terrorism: Causes, Processes, and Consequences. Routledge.

Galeotti, M. (2016). Hybrid War or Gibridnaya Voina? Getting Russia’s Non-Linear Military Challenge Right. Mayak Intelligence.

Global Terrorism Index. (2024). Measuring the Impact of Terrorism. Institute for Economics and Peace. https://www.visionofhumanity.org

Hoffman, B. (2017). Inside Terrorism (3rd ed.). Columbia University Press.

Kofman, M., Rojansky, M., & Nichol, J. (2017). Russia’s Hybrid Warfare and Its Implications for Europe. RAND Corporation.

Neumann, P. R. (2017). Countering Online Radicalization in America. Bipartisan Policy Center.

United Nations. (2021). The Threat of Cyberterrorism. United Nations Counter-Terrorism Committee Executive Directorate. https://www.un.org/sc/ctc/

 

[1] Licenciado en Recursos Navales de la Defensa (UNDEF). Miembro del Grupo Joven CARI. Maestrando en Defensa Nacional (UNDEF).