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Cinco hitos para entender a Corea del Norte en 2025

A comienzos de 2025 participé en un seminario organizado por NK News, que cada año reúne a sus principales analistas para aventurar lo que deparará Corea del Norte. Es una costumbre de la publicación: leer tendencias, arriesgar pronósticos y anticipar posibles desenlaces.

Entre las proyecciones se mencionaron los inevitables encuentros de Kim Jong Un con Xi Jinping y Vladimir Putin, la expansión del envío de tropas a Rusia y la continuidad del cierre al turismo internacional. También se imaginaron black swan events —es decir, sucesos improbables pero de alto impacto—, como un desastre natural de gran magnitud que arrasara viviendas e incluso afectara a las élites en Pyongyang, o el levantamiento inesperado de sanciones por parte de China.

Un par de meses después, la realidad superó algunas predicciones y confirmó otras: el país no solo afianzó su lugar en el eje Beijing-Moscú, sino que también se permitió sorprender al mundo con la irrupción política de Kim Ju-Ae, la modernización de su flota naval —no exenta de accidentes— y la participación directa de sus soldados en la guerra de Ucrania.

Lo que sigue es un repaso de cinco hitos relevantes a través de los cuales Corea del Norte buscó proyectar su poder en 2025.

  1. Soldados en guerra ajena

La participación de Corea del Norte en la guerra de Ucrania dejó de ser un rumor para convertirse en un hecho verificable en 2025. En enero se reportó la captura de dos militares norcoreanos en la región de Kursk, y el propio presidente Volodymyr Zelenskyy divulgó en sus canales oficiales una entrevista con uno de ellos, confirmando así la presencia de tropas norcoreanas en el frente europeo. El testimonio difundido reveló que el soldado desconocía su destino al ser desplegado y que no había recibido entrenamiento especial, lo que refuerza la idea de que los combatientes enviados son conscriptos mal preparados más que fuerzas de élite.

Las condiciones de transporte —cien hombres compartiendo seis camas en un barco hacia Rusia—, y la ausencia de remuneración adecuada, reflejan la utilización de soldados como recurso desechable a cambio de divisas y cooperación militar con Moscú. Mientras tanto, la propaganda en Pyongyang ha glorificado la alianza con Rusia, pero ha omitido cualquier mención al envío de tropas, presumiblemente para evitar el descontento que supondría admitir que jóvenes norcoreanos mueren en una guerra extranjera.

El despliegue confirma la naturaleza transaccional del vínculo entre Kim Jong Un y Vladimir Putin: para el Kremlin, los norcoreanos aportan mano de obra militar que reduce costos políticos internos; para Pyongyang, representan ingresos vitales y acceso a tecnología estratégica. El costo humano, sin embargo, es considerable y plantea interrogantes sobre la capacidad del régimen para sostener este tipo de operaciones sin erosionar su legitimidad interna.

  1. Destructor multipropósito: símbolo de poder… y de límites

En abril, Pyongyang celebró la botadura de un destructor multipropósito de 5.000 toneladas, presentado como una pieza clave en la modernización de su poder naval y, según la propaganda oficial, capaz de portar misiles nucleares. El anuncio buscaba mostrar que el país no solo avanza en el terreno balístico, sino que también intenta proyectar fuerza más allá de la península. Sin embargo, el entusiasmo se desmoronó pronto: apenas un mes después, un segundo navío del mismo tipo sufrió un accidente grave en el astillero de Chongjin. Kim Jong Un calificó el hecho de “acto criminal” y ordenó sanciones inmediatas, en una reacción que dejó al descubierto la tensión entre las ambiciones tecnológicas y las limitaciones estructurales de la industria militar norcoreana.

  1. La respetada hija

El 2025 estuvo marcado por la irrupción política de Kim Ju-Ae. La hija de Kim Jong Un, hasta hace poco apenas mencionada en la prensa estatal, pasó a ocupar un lugar central en la narrativa oficial. El cambio en la forma de nombrarla —de “amada hija” a “respetada hija”— fue interpretado como un gesto calculado, una señal de que el régimen busca legitimar su figura de cara al futuro.

Su presencia ya no se limitó a acompañar a su padre en desfiles o inspecciones militares: por primera vez viajó al extranjero, integrando la delegación que se reunió en Beijing con Xi Jinping y Vladimir Putin. Las imágenes de la niña en un contexto diplomático de alto nivel impactaron al mundo y reforzaron la especulación sobre una eventual sucesión dinástica inédita. Que el rostro del futuro de Corea del Norte sea el de una mujer constituye, a la vez, una novedad y una paradoja: una figura femenina en la cúspide de un sistema profundamente patriarcal.

  1. Turismo con fronteras controladas

Tras más de cuatro años de cierre, Pyongyang reabrió este año sus puertas al turismo internacional, aunque bajo reglas estrictas y selectivas. Se permitieron delegaciones desde China y Rusia, mientras que viajeros de otros países quedaron prácticamente excluidos.

Los itinerarios fueron recortados a unos pocos destinos “ideológicamente seguros”, como Pyongyang y sitios históricos vinculados a la narrativa oficial. Ciudades como Wonsan, Chongjin o Kaesong quedaron fuera del circuito turístico, con el objetivo de limitar contactos indeseados y mantener bajo control el flujo de información.

La reapertura tuvo un interesante valor simbólico —presentar al país como activo en tiempos post-pandemia—, pero también económico, dado el interés por captar divisas en un contexto de crisis financiera persistente.

  1. Visita histórica a Beijing

A inicios de septiembre de 2025, Kim Jong Un realizó su primera visita a China en seis años, desplazándose hasta Beijing para asistir a la conmemoración por el 80o Aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. El líder norcoreano viajó en su icónico tren blindado —equipado con dormitorios, salones de reuniones y tecnología satelital—, reflejo de su insistencia en la seguridad y el simbolismo de las dinastías imperiales.

Durante los festejos, compartió escenario con Xi Jinping y Vladimir Putin, en lo que fue su primera participación en un evento multilateral de esa magnitud.

La visita se enmarca en un intento deliberado de reencontrar sintonía con Beijing, tras años de tensión derivados del cierre de fronteras y un acercamiento creciente a Rusia. Además, representa una jugada clara para asegurar respaldo económico y político de China, crucial en medio de sanciones internacionales y la necesidad de Pyongyang por diversificar sus apoyos.

En conjunto, estos cinco episodios delinean el perfil de Corea del Norte en 2025: un régimen que ensaya una sucesión inédita, consolida alianzas estratégicas con Moscú y Beijing, intenta modernizar sus capacidades militares, se involucra por primera vez de manera abierta en un conflicto europeo y abre parcialmente sus fronteras al turismo bajo estrictos controles. Lejos de un repliegue, Pyongyang buscó proyectar su poder más allá de la península, combinando símbolos de continuidad dinástica con gestos de audacia internacional. El resultado es una imagen de fuerza que, sin embargo, convive con fragilidades estructurales y con el riesgo de que los costos humanos y económicos terminen por tensionar la estabilidad del régimen.

María de los Angeles Lasa
Integrante
Centro de Estudios Coreanos
IRI-UNLP