Grupo de Estudios Espaciales y Nucleares (GEEyN)
Artículos
Del aprendizaje al logro: El triunfo argentino en la CanSat Competition 2025
Andrés Pienizzio[1]
Un puente entre la educación y el desarrollo aeroespacial
En un trabajo anterior, se había abordado el creciente rol de las competencias CanSat como una herramienta educativa fundamental para vincular a los estudiantes con el desarrollo aeroespacial. En el mismo, se destacó cómo la democratización de la microelectrónica y la aparición de los picosatélites han hecho posible que, a diferencia de las misiones espaciales tradicionales de alto costo, docentes y estudiantes puedan participar en el diseño y construcción de sistemas que simulan una misión real. De esta manera, las competencias CanSat representan una experiencia invaluable para aplicar los conceptos teóricos aprendidos en el aula en un proyecto real y concreto (Pienizzio, 2024).
En este sentido, la plataforma CanSat, al ser un modelo funcional de un satélite de pequeño tamaño, permite a los estudiantes no solo aprender conceptos fundamentales sobre el diseño y la transmisión de datos, sino también replicar la metodología de planificación de misiones orbitales. De este modo, se integran asignaturas como matemáticas, física y ciencias naturales en un proyecto práctico, fomentando el trabajo en equipo, la redacción de informes y la resolución de problemas. Esta metodología práctica se alinea con la creciente demanda de profesionales con experiencia aplicada, capaces de abordar la complejidad de los sistemas espaciales desde una perspectiva holística (Anchino et al., 2019).
En referencia al contexto actual de las políticas públicas vinculadas al desarrollo aeroespacial en Argentina, resulta pertinente recordar cómo, en años recientes, se promovieron iniciativas que buscaban integrar la tecnología espacial al sistema educativo. En este aspecto, el Plan Espacial Nacional (en sus diferentes versiones: 1995-2006, 1997-2008, 2004-2015) contemplaba explícitamente esta articulación, reconociendo el valor estratégico de formar capacidades desde etapas tempranas. En ese marco, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), en conjunto con el ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT), habían impulsado hasta 2023 una competencia CanSat. Esta propuesta pedagógica desafiaba a estudiantes de nivel secundario a diseñar, construir y lanzar sus propios picosatélites. La iniciativa no solo acercaba conceptos de ingeniería aeroespacial a las aulas, sino que también evidenciaba una clara voluntad política de fomentar una cultura científica y tecnológica.
No obstante, la edición 2023 representó el fin de esta experiencia, al menos en lo que respecta a su organización por parte del Estado nacional, la que, en cierta medida, había funcionado como punto de convergencia de diversas iniciativas previas desarrolladas en colegios secundarios, cuyos orígenes pueden rastrearse hasta los años 2000. Muchas de ellas fueron impulsadas por la Asociación de Cohetería Experimental y Modelista de la Argentina (ACEMA) (Arruabarrena et al., 2019). Las causas de estas inconsistencias en la política pública espacial son múltiples, aunque la más significativa, sin dudas, es la ausencia de una nueva versión del Plan Espacial Nacional, cuya última edición -aprobada por el Decreto 532/2005- abarcaba hasta el año 2015. Este plan constituye, por antonomasia, el instrumento estratégico para el desarrollo de las actividades espaciales en el país (CONAE, s.f.).
A nivel nacional, este vacío ha intentado ser suplido, al menos parcialmente y en una escala más acotada, mediante diversas iniciativas. Por ejemplo, en 2025, la ACEMA realizó un sondeo con el objetivo de revivir la competencia dirigida a estudiantes secundarios (ACEMA, s.f.). Por su parte, en este mismo año, y ya en el ámbito universitario, se destaca el lanzamiento del Proyecto CUBESAT UTN, orientado a estudiantes de dicha universidad (UTN, 2025).
Por su parte, en la esfera internacional, el ejemplo más concreto es la CanSat Competition de los Estados Unidos, organizada por la American Astronautical Society (AAS), patrocinada por la NASA y dirigida a equipos universitarios. Esta competencia cuenta desde hace años con la participación de alumnos del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), quienes obtuvieron el primer lugar entre 34 equipos internacionales en la edición 2025 (ITBA, 2025). También existe el Concurso Mundial de CanSat, organizado por el Programa Espacial Universitario (PEU) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El cual también tuvo entre sus finalistas, en la edición 2025, a un equipo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, 2025).
En definitiva, este tipo de competencias constituyen una herramienta pedagógica de alto valor para estimular el interés y la participación estudiantil en el sector espacial, al facilitar la aplicación práctica de saberes teóricos en proyectos concretos. En consecuencia, se vuelve imperativo consolidar y renovar la política espacial nacional en su dimensión educativa, a fin de garantizar la continuidad de este tipo de propuestas.
El equipo del ITBA en la CanSat Competition 2025
A efectos de ilustrar con un caso concreto el tipo de iniciativas que se desarrollan en el ámbito universitario, se transcribe y resume a continuación una entrevista realizada el 24/06/25 al estudiante de Ingeniería Electrónica del ITBA, Rafael Dalzotto, integrante del equipo que obtuvo el primer puesto en la edición 2025 de la CanSat Competition, celebrada en el estado de Virginia, Estados Unidos. El intercambio permite examinar aspectos técnicos, organizativos y formativos vinculados al diseño y despliegue de CanSats educativos, así como las condiciones personales e institucionales que posibilitan la participación en este tipo de proyectos. Se aclara que se emplean corchetes y cursivas para introducir explicaciones adicionales sobre el lenguaje técnico utilizado:
Para comenzar, sé que el equipo ya contaba con experiencia previa en la competencia, por su participación en años anteriores. Sin embargo, tengo entendido que la misión asignada varía cada año. En ese sentido, ¿cuál fue el objetivo específico que les plantearon en esta edición?
Cada año, la organización define una misión distinta. Lo que siempre se repite es el método de evaluación y las distintas instancias. La misión se comunicó en octubre del año pasado. Para esa época el equipo estaba armado, pero ahí ya empezamos a investigar. Siempre se repiten las instancias de los documentos que hay que presentar, las fechas, todo el cronograma, el estilo de las defensas y la estructura general de lo que uno presenta es siempre lo mismo.
- ¿Ustedes se encargaban de la estación terrena también? O sea, ¿la parte de comunicación con el CanSat? ¿Usaban LoRa [es un sistema de comunicación bidireccional por radio] o solamente recibían la información?
Sí, sí, la estación terrena era una antena de tipo Yagi. Era la antena y una computadora y eso era todo. Y bueno, después la aplicación en Python que hicimos nosotros también. Eso era todo, no había más misterio. Era todo con XBee en vez de LoRa, que era un requisito técnico que nos exigían.
- ¿Qué era lo del autogiro [rotor que gira libremente por la acción del aire, no está conectado a un motor]? ¿Lo usaron ustedes u otro equipo? ¿Esa parte era libre?
Ellos te exigían que tuvieras el sistema de autogiro. Era lo más complejo a nivel mecánico de la misión. No se podía direccionar el descenso, descendía en forma balística.
- ¿Cuánto pesaba el picosatélite? ¿Considerando además la cofia [estructura que se encuentra en la parte superior del cohete y protege la carga útil] y el paracaídas? ¿El cohete [vector de lanzamiento] tenía un sistema de separación de la carga útil?
Tenía que pesar exactamente 1400 gramos con una tolerancia de 10 gramos. Eso incluía la cofia, el paracaídas y todo. Por suerte, teníamos margen de peso para jugar. Sí, el mismo cohete, que es de combustible sólido, tiene una carga explosiva que hace que se separe la carga útil del resto. Ahí se despliega el paracaídas y el CanSat empieza a descender.
- ¿Y el tema de la apertura, cuando se separa la carga útil… eso cómo lo medían?
Usamos un sensor barométrico de presión que funcionó muy bien. Con este sensor, calibramos la altura cero en la base y luego el sistema funcionaba de manera automática. El sistema detectaba la altura máxima y, al 75% de la altura, se desplegaba el autogiro.
- ¿Puede ser que hayan testeado el CanSat con un dron?
Sí, hicimos la prueba con un dron profesional un par de semanas antes de viajar. Llevamos el CanSat a 120 metros de altura y desde allí activamos el sistema. La prueba fue fundamental y anduvo muy bien, a diferencia de la mayoría de los equipos a quienes se les quedaban trabados los sistemas de despliegue.
- ¿Los PCBs [placas de circuito impreso] los mandaron a hacer afuera? ¿Llegaron a tiempo?
Sí, los PCBs los mandamos a hacer en China. Los pedimos a último momento, dos semanas antes de viajar. Si no llegaban los PCBs, no había CanSat, ya que por cómo estaba armado todo, tenían que ser esas placas específicas. Por suerte, llegaron a tiempo.
- ¿Me comentaste que con lo que más tuvieron problemas fue con los cables, que fue lo que sucedió?
Los cables fueron un gran dolor de cabeza. Usamos unos muy específicos, certificados para la industria automotriz por su resistencia a vibraciones y tracción. Armar la lista de compra y gestionar el stock fue una pesadilla; tuvimos que rehacer la lista de materiales varias veces porque los productos se terminaban.
- ¿Entiendo que también utilizaron placas Arduino, tuvieron algún inconveniente con eso?
A pesar de que la placa Arduino que usamos tiene un muy buen hardware, las librerías de software están pésimamente programadas. Son muy lentas y tienen código bloqueante. Para que el motor funcione de manera fluida teníamos que actualizar información a 1 kHz, y las librerías no lo permitían. Tuvimos que reescribir prácticamente todas las librerías desde cero para que el CanSat funcionara.
- ¿Qué materiales usaron para la impresión 3D?
Usamos ABS [el ABS y el PLA son un tipo de termoplásticos]. Tenía que ser ABS porque una de las pruebas es la térmica, donde se pone el CanSat en un horno a 60 grados durante dos horas. El PLA no soporta esa temperatura y se deforma. Esta prueba es importante porque los cohetes pueden estar expuestos al sol durante el día del lanzamiento, y la idea es que ni las baterías ni el material se deformen.
- ¿Cómo fueron las últimas semanas del proceso de desarrollo del CanSat?
Fue algo muy intenso. En las últimas semanas, estábamos llegando muy justos con la electrónica y teníamos muchas cosas sin resolver, incluyendo los pasajes y cuestiones logísticas.
- ¿Qué aprendieron de la coordinación entre los equipos de mecánica y electrónica?
En el día de la apertura en Estados Unidos, un director de misión de Northrop Grumman nos contó que los problemas que tuvimos de coordinación entre mecánica y electrónica, como dónde pasan los cables o qué tamaño tienen las piezas, son cosas que les pasan a ellos todo el tiempo en la industria. Nos contó ejemplos famosos de misiones que fallaron por pequeños detalles.
- ¿Ya en la competencia, cómo era el sistema de puntajes? ¿Qué les puntuaban?
Es un sistema complejo, tenés muchos ítems. En cada instancia existe una evaluación. Te evalúan en el PDR (revisión de diseño preliminar), el CDR (revisión de diseño crítico), y los «environmental test» (testeos ambientales). Después, en Estados Unidos, te evalúan en el FRR (revisión previa al vuelo) y en el lanzamiento, donde un jurado estaba con una tablet revisando que se siguieran los procedimientos y que todo funcionara. Finalmente, estaba el Post-Flight Review (PFR), donde se analizan los datos.
- ¿El lanzamiento y el puntaje final se lo dieron el día siguiente?
No. El lanzamiento fue el 7 de junio. El 8 de junio fue la revisión posterior al vuelo (Post-Flight Review), donde analizamos los datos y presentamos los resultados. Ese día nos dieron los resultados finales.
- ¿Se veían venir que iban a ganar?
Desde el principio, queríamos ganar y teníamos un nivel de perfeccionismo alto. Aunque veníamos bien, perdimos puntos en los testeos en Argentina, por lo que no sabíamos cómo estábamos en comparación con los otros equipos. No lo supimos hasta el último momento, cuando empezaron a anunciar el podio.
- ¿Hubo mucha diferencia de puntaje con el segundo puesto?
Sí, hubo diferencia. Nosotros sacamos una puntuación más alta. El segundo puesto lo obtuvo un equipo de Turquía.
- ¿Qué notaron sobre los demás equipos? ¿y cómo fue la relación con ellos?
Había equipos de universidades que tenían carreras específicas de ingeniería aeroespacial, como los de la Universidad Sapienza de Roma. En sí, nos llevamos muy bien con los equipos del resto del mundo, pero no tuvimos casi ninguna interacción con los estadounidenses. Fue algo raro. Incluso en el día del lanzamiento, sus carpas estaban separadas de las nuestras. A los equipos de Estados Unidos les fue bastante mal; el mejor quedó en el puesto seis, a pesar de que había muchos.
- ¿Los otros equipos ya habían participado antes?
Sí, muchos de los equipos tenían experiencia de años anteriores, como los de Polonia, Indonesia e Italia. Muchos de ellos eran de universidades con carreras de ingeniería aeroespacial.
- ¿Qué tan bien equipados estaban los otros equipos?
Notamos que tenían muy buen equipamiento. Incluso varios venían con un equipamiento muy bueno, con túneles de viento profesionales para probar sus diseños, algo que nosotros no teníamos. Por ejemplo, para probar las aspas del autogiro tuvimos que improvisar con ventiladores y un anemómetro [instrumento que mide la velocidad del viento].
- ¿Después de la victoria, tuvieron algún contacto con medios de comunicación o con representantes del gobierno?
Sí, nos contactaron de muchos lados. Hubo invitaciones con personalidades, y la facultad está gestionando todo para que sea lo más institucional posible, pero nosotros, como estudiantes, no administramos esa parte. Tuvimos una reunión con la embajada en Estados Unidos, lo cual estuvo muy bien.
- ¿Qué opinas sobre el manejo de la comunicación y los medios después de la victoria?
Es un tema muy interesante. Desde el principio, cuando armamos la cuenta de Instagram, tratamos de comunicar bien qué estábamos haciendo y evitar malinterpretaciones. Nos pasó el año pasado que medios de noticias decían que poníamos un satélite en órbita, lo cual no tenía nada que ver. Es muy difícil armar un mensaje que después no sea distorsionado. Este año, creo que logramos que no se mal interpretara tanto; el titular más viralizado fue «Mundial Aeroespacial», que aunque es erróneo, es menos exagerado que decir «mundial de satélites».
- ¿Se sintieron abrumados por la atención mediática?
En ese momento, fue todo muy intenso. Los días siguientes al triunfo, recibimos una cantidad impresionante de llamadas y mensajes. Fue enloquecedor. La facultad nos ayudó mucho a frenar esa ola y ellos se encargaron de centralizar los pedidos de entrevistas.
- ¿Cómo vivieron el impacto de la victoria a nivel personal y de equipo?
El impacto se intensificó mucho más allá de lo que podríamos haber anticipado. De hecho, lo hablábamos entre nosotros y sentíamos que la noticia cobró vida propia y ya no era algo que habíamos hecho nosotros. La manera en la que la gente en Argentina lo vivió nunca me lo hubiese imaginado. Me contaban que en otros lugares de la universidad, o incluso gente que no tenía nada que ver, hablaban de que habíamos ganado el «mundial». Fue algo que trascendió y fue muy interesante.
Reflexiones finales y perspectivas a futuro
En definitiva, queda claro que las competencias CanSat representan una experiencia invaluable que permite a los involucrados aplicar los conceptos teóricos aprendidos en el aula en un proyecto real. De la entrevista surge, por ejemplo, que el equipo argentino logró sortear las dificultades y obtener la victoria en la competencia, incluso en comparación con equipos de mayores recursos técnicos y que suelen contar con mayor apoyo gubernamental, como los de los Estados Unidos, demostrando así el gran capital humano que existe en nuestro país.
Asimismo, se desprende de los comentarios referidos al tratamiento mediático la existencia de serias falencias en la forma en que los medios tradicionales y las redes sociales comunican lo que verdaderamente implican las iniciativas vinculadas con la ingeniería y el desarrollo aeroespacial. Esta falta de rigor científico -en una opinión personal- es, en parte, lo que permite que permeen ideas erróneas o pseudocientíficas relacionadas con el desarrollo tecnológico, lo cual, sin dudas, no contribuye a construir una visión pública favorable al financiamiento de estas iniciativas.
Por otro lado, resulta especialmente significativo el crecimiento de la participación de actores provenientes del ámbito universitario y privado en el sector espacial, quienes comienzan a superar el marco tradicional de una actividad históricamente concentrada, en nuestro país, en el sector estatal. Este desplazamiento desde el entorno educativo hacia el ecosistema emprendedor se observa con claridad en el caso de los graduados del ITBA. Tal como se analizó en un trabajo previo -donde también se indagaron las posibles causas de este fenómeno-, varios de los egresados de esta institución han fundado empresas vinculadas al sector aeroespacial, entre ellas Skyloom, Novo Space, Epic Aerospace y LIA Aerospace (Amani et al., 2025).
A su vez, resulta curioso advertir que el Presidente de la Nación, Javier Milei, y el Jefe de Gabinete de Ministros, Guillermo Francos, se hicieron eco de la victoria en sus redes sociales, siendo incluso el equipo ganador invitado a una reunión en la Casa Rosada en el mes de julio (Infobae, 2025). Lo cual ocurre en un contexto en el cual la propia competencia CanSat Argentina -organizada por la CONAE- fue suspendida luego de su edición del año 2023, como fuera remarcado anteriormente. Si bien, vale agregar, existen rumores sobre su posible reanudación en 2026, conjuntamente con la sanción de un nuevo Plan Espacial Nacional.
Por otra parte, aunque dentro de este mismo contexto, también se han denunciado despidos masivos en la empresa aeroespacial VENG, controlada por la CONAE (Ferreyra, 2 de junio de 2025), e incluso se ha hablado de un “apagón” o “vaciamiento” del programa espacial argentino (Ferreyra, 17 de junio de 2025). De manera simultánea, existe además un proyecto del Gobierno para fusionar el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) y la CONAE en un nuevo organismo que se llamaría Instituto Nacional de Convergencia Tecnológica y Desarrollo Estratégico (INCyTDE) (Bártoli, 7 de febrero 2025).
En cualquier caso, todo este escenario puede interpretarse como un cambio de paradigma, que implicaría una transición desde de un ecosistema aeroespacial centrado en el aparato estatal hacia a un modelo más orientado a la iniciativa de actores no gubernamentales (incluyendo a las universidades). En relación a esto, cabe señalar que el desarrollo espacial nacional, al menos en su vertiente estatal, se encuentra aletargado desde hace años, debido a la ausencia de un nuevo Plan Espacial Nacional, como se advirtió al inicio de este trabajo. Algo similar a lo que ocurrió, en el ámbito de las telecomunicaciones, con el incumplimiento de las metas establecidas en el Plan Satelital Geoestacionario Argentino, aprobado por la Ley 26.092, y vinculado al lanzamiento de los satélites de comunicaciones ARSAT.
En definitiva, el análisis detallado del rumbo futuro de la política espacial argentina excede los alcances de este trabajo. No obstante, puede afirmarse que se observa una transformación sostenida en la forma en que se concibe y valora el desarrollo espacial, con una creciente apertura hacia nuevas dinámicas institucionales y privadas, que desafían el modelo tradicional centrado exclusivamente en el Estado. Esta evolución, aunque aún incipiente y atravesada por tensiones estructurales, revela la necesidad de redefinir el lugar del sector espacial en el entramado científico, tecnológico y productivo nacional.
Bibliografía
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Anchino, L., Torti, A., Miretti, M., Bernardi, E., Peretti, G., & Podadera, R. (2019). Desarrollo de un dispositivo CANSAT para fomentar el acceso a las tecnologías espaciales. XXI Workshop de Investigadores en Ciencias de la Computación. http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/77328
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Bártoli, M. (7 de febrero 2025). El Gobierno proyecta una fusión del INTA, el INTI y la CONAE para sinergizar investigaciones tecnológicas. Clarín. https://www.clarin.com/rural/gobierno-proyecta-fusion-inta-inti-conae-sinergizar-investigaciones-tecnologicas_0_s5bev3KRY6.html
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[1] Abogado por la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Especialista en Derecho Aeronáutico y Espacial por el Instituto Nacional de Derecho Aeronáutico y Espacial (INDAE-UNDEF). Integrante del GEEyN-IRI.