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Libia, la realidad que incomoda*

Se cumplieron diez años del comienzo de las revueltas en Libia, que eventualmente pusieron fin al gobierno autócrata cuadragenario de Muammar al Gaddafi, “el perro loco” de Oriente, como se lo llamó en la década del 80 a instancias de la rivalidad con la administración estadounidense de Ronald Reagan.

En esta década transcurrida, la situación del país ha sido foco de numerosos análisis a través del prisma de temáticas y conceptos transversales, que incluyen el tráfico de armas, el flujo de migrantes ilegales y refugiados (muchos de ellos hacia Europa), la expansión del fundamentalismo de base islámica, el auge y caída de una de las economías regionales más prósperas, intereses extrarregionales, organismos internacionales de eficacia cuestionable, y la lista podría seguir.

Cada una de estas piezas combinadas en un caldo de cultivo que desde el comienzo disipó las esperanzas de la luz democrática prometida por la intervención, para dar paso a un Estado en falla (failing state), disputas domésticas sanguinarias por el poder y la aún latente amenaza de convertirse en un Estado fallido[1].

Todo ello sin pasar ni un poco cerca por cuestiones asociadas a lo que la pandemia global de COVID-19 ha ocasionado en este contexto y que merecería un análisis aparte en sí mismo.

Hace cinco años escribía una pieza académica con motivo del quinto aniversario de la muerte de Gaddafi. Uno podría pensar que una década es mucho tiempo, ciertamente lo es, pero para el caso de este país del norte de África, aquí estamos nuevamente y lo primero que uno puede concluir es que las cosas no han cambiado, mucho menos mejorado, en el último lustro.

La novedad por estos días es que la Organización de las Naciones Unidas -con el involucramiento directo de algunas de las potencias regionales y globales de mayor relevancia de por medio- y luego de al menos seis años de idas y venidas para alcanzar numerosos acuerdos incumplidos y reuniones fallidas, anunció hace diez días la conformación de un nuevo gobierno de transición con el presunto acuerdo de todas las partes en disputa dentro del país.

El Foro de Diálogo Político Libio, auspiciado por la ONU y reunido en Ginebra, logró, tras dos votaciones fallidas, elegir un Gobierno de transición, encargado de llevar a Libia hacia las elecciones estipuladas para el 24 de diciembre.

La lista de cuatro candidatos que logró la mayoría necesaria para ser elegida en tercera vuelta fue la liderada por Mohammad Younes Menfi, quien será el presidente del nuevo Consejo Presidencial, junto a Mossa Al-Koni y Abdullah Hussein Al-Lafi, como vicepresidentes, y Abdul Hamid Dbeibah en carácter de Primer Ministro.

Sin embargo, existe un gran “pero” en torno a esta noticia y es la figura del comandante militar del este Khalifa Haftar, cuya aquiescencia o intención por retener su posición militar serán factores decisivos para que el plan de transición no llegue a un punto muerto. Deja vú.

Mientras tanto, Libia es a la comunidad internacional lo que ese familiar que aparece en las celebraciones y dice las verdades que nadie quiere escuchar e incomodan: el presente libio se construyó en base a una intervención a la medida de los intereses de los principales poderes occidentales; la intervención invocó una doctrina (la de la Responsabilidad de Proteger) que no mucho tiempo después no se aplicó a Siria (interés ruso mediante); dejó tras de sí ruina y despojos de un país haciendo “pagar los platos rotos” a los organismos subsidiarios de la ONU (otra vez deja vú); no evitó más muertes sino que las masificó; no trajo la luz del faro de la democracia en la región y una vez más leyó soluciones en clave democrática occidental; no creó un mundo más seguro sino que extendió el caos de Libia al Sahel, el Magreb y Europa; y la lista continúa.

De todas estas realidades, quizá la más incómoda de todas sea esa duda que seguramente acecha incluso las mentes más democráticas: “con Gaddafi quizá estaban mejor”.

Referencias:

*El presente artículo es un extracto parcial del trabajo de investigación realizado por la autora en el marco de dichos espacios académicos.

[1] Este tema se aborda con mayor profundidad en “Libia, el Estado fallido que Occidente ayudó a construir”: https://www.vocesenelfenix.com/content/libia-el-estado-fallido-que-occidente-ayud%C3%B3-construir#:~:text=M%C3%A1s%20all%C3%A1%20de%20cualquier%20deseo,bienes%20p%C3%BAblicos%20esenciales%20a%20sus

Noemí Rabbia
Miembro
Departamento de África
IRI – UNLP