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8M, Día Internacional de las mujeres

“Dejarse dominar por el miedo a sentir y a trabajar al límite de la propia capacidad es un lujo que solo pueden permitirse quienes carecen de objetivos, quienes no desean guiar sus propios destinos”

Audre Lorde

 

Por nuestras ancestras. Por nuestras abuelas, madres y hermanas. Por todas aquellas que dieron sus vidas para disfrutar de las nuestras. Por todas las que nos faltan. Por las generaciones venideras. Hoy conmemoramos nuestra lucha histórica por la consecución de los derechos y libertades de nosotras, las mujeres, por el deseo de vivir libres, felices y sin miedo.

Sin lugar a dudas, las resonancias de la lucha y resistencia femenina emprendida desde hace ya más de tres siglos, se han visto reflejadas en la ampliación de nuestra burbuja de derechos; sin embargo, no podemos dejar de ver que aún faltan muchos revestimientos del patriarcado por quebrantar en este sistema tan opresivo y represivo hacia las mujeres.

Desde el Abya Yala, diferentes luchas tanto feministas como de mujeres se siguen organizando contra el sistema capitalista heteropatriarcal, racista y clasista en defensa de los derechos sexuales y reproductivos, de las mejores oportunidades laborales y educativas, del derecho a la vida, de los derechos de las comunidades originarias y LGBTIQ+, del medio ambiente, entre muchos otros. Estos movimientos de resistencia nos han dejado en claro que no podemos encomendar nuestros derechos a demagogias; sino, al contrario, debemos seguir organizándonos, tomando las calles, tejiendo lazos de rebeldía, resistencia y sororidad, exigiendo justicia por todas las mujeres víctimas de un sistema que nos violenta en todo momento.

En este sentido, no pueden dejar de mencionarse algunos aspectos fundamentales sobre el 8M. Lo primero es el impacto y trascendencia que tiene dicha conmemoración en la sociedad. Cada año, el activismo feminista logra poner en manifiesto las condiciones de desigualdad que persisten en la humanidad, dejando entrever aquello en lo que debemos trabajar como sociedad, principalmente en lo relacionado con las brechas de género, las cuales afligen tanto a varones como a mujeres, y que por lo tanto, impide la redención hacia dicho sistema.

Lo segundo es que debemos eludir los intentos de cooptación y capitalización del 8M como movimiento, es decir, no es un día que merezca ser aprovechado de manera lucrativa y ventajosa no solo por el hecho de que se pierden los propósitos de la conmemoración, sino que también se desdibujan lo fundamentos para la instauración de dicho día, que son las condiciones de tremenda desigualdad, exclusión e hiperviolencia hacia las mujeres por parte del sistema. De otro modo, ¿qué sentido o propósito tendría el “festejar” un “día de la mujer”?

Lo tercero es que cada 8M nos permite recordar el largo camino que hemos recorrido con el activismo feminista y de mujeres a través de la lucha y resistencia para la consecución de nuestros derechos y libertades. El ver que muchos imposibles se convirtieron en posibles, nos hace tener una mirada más esperanzadora hacia el futuro.

Finalmente, quisiera resaltar la importancia que adquiere la conmemoración del 8M en la actualidad, y me refiero al contexto por el que estamos atravesando como humanidad. Es muy bien sabido que las medidas precautorias aplicadas durante la pandemia han vulnerado de manera considerable a muchas mujeres en el mundo, o -mejor dicho-, la pandemia no ha hecho más que agravar las brechas de género preexistentes en la sociedad.

El aislamiento social, por ejemplo, ha provocado la vulnerabilidad de las mujeres, por el hecho de que muchas fueron despedidas de sus empleos y obligadas a regresar a los trabajos no remunerados o trabajos de cuidados en los hogares. Además, muchas han tenido que convivir con sus principales agresores, convirtiéndolas en víctimas potenciales ante la violencia doméstica y feminicidio.

Así mismo, cabe destacar que no todas las mujeres han tenido la posibilidad de acatar dicho aislamiento, por lo que deben salir a trabajar para poder y vivir, volviéndose cada vez más vulnerables ante el contagio del virus, sin olvidar -por supuesto- al personal médico femenino en la atención de enfermos por Covid, las cuales representan una gran mayoría en dicho sector y quienes también se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad por las condiciones de precariedad en las que se encuentran laborando.

Por supuesto que todas las condiciones de vulnerabilidad y violencia hacia las mujeres anteriormente descritas, y también las no mencionadas, resultan altamente preocupantes para los movimientos de mujeres. Debemos no solamente visibilizar estas problemáticas, sino también crear mecanismos que nos permitan disuadir el impacto que está teniendo esta pandemia sobre las mujeres.

En los últimos meses, los gobiernos han estado preocupados por el diseño de estrategias para el control del COVID 19; sin embargo, la violencia contra las mujeres, siendo una pandemia mucho más antigua que la actual, sigue esperando el mismo empeño por ser erradicada. La historia nos ha enseñado que en la peor de las circunstancias o momentos de crisis es cuando el capital explota de manera voraz los cuerpos de las mujeres y eso es algo por lo que debemos permanecer alertas fuertes y sin miedo.

Este 8M sigamos conscientes, solidarias y llenas de esperanza. Mantengámonos con el ánimo de llevar la historia hacia un mejor rumbo, de construir un mejor mundo  para las generaciones venideras. Sigamos haciendo historia.


Frida Karin Alvarado Rodríguez
Integrante
Centro de Estudios en Género(s) y Relaciones Internacionales
IRI – UNLP