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Grandes juventudes, pequeños gobernantes. La marcha por el clima

El pasado 24 de septiembre tuvo lugar la marcha mundial por el clima impulsada, en su mayoría, por las juventudes de todos los puntos del globo con una concurrencia masiva en más de 1500[1] cuidades del mundo. Hace varios años las generaciones más jóvenes han mostrado tener más sentido común que los adultos, en especial con relación a la emergencia climática que atraviesa nuestro planeta. Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia y las futuras generaciones nos juzgarán por lo que hagamos hoy, en especial desde la academia, que por momentos se ha mostrado laxa y ajena a los movimientos de la juventud.

Los cambios climáticos han provocado desplazamientos forzados[2] a lo largo y ancho del planeta, afectando en primer lugar a países de escasos recursos y a las poblaciones más vulnerables. La inseguridad alimentaria y los conflictos armados han hecho su buena parte. Otro de los flagelos de nuestros tiempos es de las armas nucleares[3] por el peligro que suponen para el ambiente[4] y la vida, sin contar con el gasto desproporcionado de recursos financieros que bien podrían destinarse a la lucha contra el calentamiento global y al saneamiento ambiental. Sumado a ello, un artículo reciente publicado por Global Witness[5] alerta que los ataques contra los defensores y defensoras del ambiente son alarmantes. Las víctimas fatales han ascendido a 227 en el año 2020 y “estos ataques letales ocurren en el contexto de una gama más amplia de amenazas contra las personas defensoras, que incluyen intimidación, vigilancia, violencia sexual y criminalización”[6].

Pese a la gravedad del asunto, la cuestión climática ha estado presente en los discursos de los gobernantes durante la última Asamblea General de las Naciones Unidas de un modo políticamente correcto. Las palabras de los líderes del mundo no se traducen necesariamente en compromisos concretos, ciertamente pareciera que tienen un ticket garantizado a un futuro distinto del resto de los mortales que habitamos este planeta. Los objetivos del acuerdo de París serán inalcanzables si los políticos y las clases más poderosas no comprenden que el dinero no se respira. El Acuerdo de París adoptado el 12 de diciembre de 2015, entró en vigor el 4 de noviembre de 2016 (ratificado por 195 países en la actualidad) busca mitigar los efectos del cambio climático a largo plazo, y la meta de mantener el calentamiento global los niveles por debajo de los 2°C, deseablemente 1.5°C, parece tan solo un ideal en papel. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU[7], en su reporte emitido este año, ha sido tajante al respecto: los niveles actuales relacionados al calentamiento global se incrementan rápidamente y de un modo alarmante. Llegará un punto, antes de lo esperado, en que no habrá lugar para “buenas intenciones” o adornados discursos.

En este mundo de consumo, de oferta y demanda, es tarea de la academia quitarle el velo al consumidor para que tome acciones y se concientice sobre el verdadero poder e impacto de sus actos. Por citar un ejemplo “Confeccionar unos jeans requiere unos 7500 litros de agua, el equivalente a la cantidad de ese líquido vital que bebe una persona promedio en siete años”[8] y  “Producir una hamburguesa drena alrededor de 1695 litros de agua” en mundo en dónde se prevé que para el año “2025 la mitad de la población mundial vivirá en zonas con escasez de agua”[9], y tan sólo me estoy refiriendo al costo del agua porque bien podríamos analizar en profundidad la huella de carbono o cuestiones relacionadas a la explotación laboral, la contaminación ambiental y la lista es largamente conocida. La deforestación, las energías no renovables, las emisiones de carbono, el extractivismo, la ganadería, por citar algunas, atentan directamente contra el derecho a la vida de las generaciones futuras.

Esta cultura adultocentrista y dogmática, intenta silenciar la voz de las juventudes del mundo quienes exigen a los gobernantes acciones concretas, más hechos y menos dichos, de un modo organizado e inteligente. El 67% de la juventud[10] entre 18 y 23 años siente ansiedad por las cuestiones relacionadas a la crisis climática, este dato nos remite a la academia nuevamente: ¿Estamos acompañando a la juventud y a los defensores de los derechos del ambiente lo suficiente? Yo creo que no.

Se puede visitar los siguientes hashtags en las redes sociales para más información sobre los pedidos de las juventudes:

#nohayplanetab #lasoluciónescolectiva #UprootTheSystem #leydehumedalesya #ClimateStrike #huelgamundialporelclima

Referencias:

[1] Fridays for Future. (28 de septiembre de 2021) https://www.instagram.com/p/CUXfalSLDKe/?utm_medium=copy_link

[2]Véase; Altamirano Rua, T. (2014) Refugiados ambientales: cambio climático y migración forzada. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

[3] Véase; Pressenza. (23 de septiembre de 2019).  Las armas nucleares y el cambio climático. https://www.pressenza.com/es/2019/09/las-armas-nucleares-y-el-cambio-climatico/

[4]ICANW. Climate disruption and famine. https://www.icanw.org/climate_disruption_and_famine

[5] Para más información visite:  GLOBAL WITNESS, https://www.globalwitness.org/es/

[6] Global Witness. (13 de septiembre de 2021). Última línea de defensa. https://www.globalwitness.org/es/last-line-defence-es/#:~:text=Principales%20hallazgos%3A%202020%2C%20el%20peor,%3A%20Colombia%2C%20M%C3%A9xico%20y%20Filipinas.&text=En%20M%C3%A9xico%2C%20documentamos%2030%20ataques,del%2067%25%20respecto%20a%202019.

[7] Puede acceder a más información en: AR6 Climate Change 2021: The Physical Science Basis.  https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/

[8] El costo ambiental de estar a la moda. https://news.un.org/es/story/2019/04/1454161

[9]WHO. (14 de junio de 2019). Agua. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/drinking-water

[10] Unidiversidad. (10 de febrero de 2021) Eco-ansiedad: el 67 % de la juventud se siente amenazada por el cambio climático. https://www.unidiversidad.com.ar/eco-ansiedad-el-67-de-las-personas-jovenes-se-siente-amenazada-por-el-cambio-climatico

 

Mayra Scaramutti
Integrante
Departamento de Derecho Internacional
IRI – UNLP