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El impacto de la guerra ruso-ucraniana en el panorama energético de Libia por Noemí S. Rabbia

Departamento de África

Artículos

El impacto de la guerra ruso-ucraniana en el panorama energético de Libia


Noemí S. Rabbia[1]

Introducción

Desde 2011 Libia ha estado sumida en un conflicto armado generalizado y violento donde el gobierno no ha logrado monopolizar el uso legítimo de la fuerza y su poder es contestado por el Parlamento y grupos armados tanto afines a este cuerpo como no.

Si bien podría decirse que en términos relativos la situación ha mejorado desde la firma del acuerdo entre el gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés) del General Khalifa Haftar en octubre de 2020[2]Libia continúa sufriendo los efectos de la inestabilidad política y económica legado de la post intervención.

La operación militar multinacional que en 2011 sacó del poder a Muammar al Gaddafi fue desarrollada bajo el amparo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y se nutrió de dos conceptos teóricos: la Doctrina de Responsabilidad de Proteger[3] (R2PD, por sus siglas en inglés) y el Principio del Deber de Prevenir (DPP). Pero a más de una década del comienzo del conflicto poco o nada se debate sobre la irresponsabilidad con la que estos constructos se interpretaron para traspasar los límites impuestos por la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU[4].

En este sentido, se destaca que ambas construcciones teóricas fueron la espina dorsal de la intervención que deliberadamente destruyó las bases físicas del desarrollo económico del país y violó el Artículo 48 del Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales (1977):  según este, se debe distinguir “entre bienes de carácter civil y objetivos militares” y, en consecuencia, las operaciones militares únicamente deben realizarse contra objetivos de tal naturaleza.

Es así que la intervención, derivó no sólo en el derramamiento de sangre sino también la depredación humana y de recursos, tanto doméstica como extranjera que prosiguió a la intervención y alimentó disputas y luchas internas en torno al control del poder político y económico.

Otrora una de las industrias energéticas más pujantes del continente africano, el país lucha por alcanzar y sostener los niveles productivos de su industria petrolera, que continúa siendo el núcleo duro de su economía, aunque también, la base de las disputas internas entre las distintas facciones políticas y militares del país.

Tanto la lucha, la importancia nodal de la industria petrolera como los intereses que se tejen en torno a su control, han propiciado también la militarización de la infraestructura energética del país, tornándose la destrucción o bloqueo de la misma una práctica habitual como herramienta de negociación política, tanto a nivel local como internacional.

Dicho esto, el comienzo de la guerra ruso-ucraniana (febrero 2022) parece haber creado nuevos incentivos (tanto domésticos como externos) para alcanzar, sino una paz duradera, un mayor grado de estabilidad que podría generar las condiciones para reducir el impacto de las tensiones políticas sobre la economía del país y el bienestar de su población.

Entre otras cuestiones, aceleró los planes europeos para buscar alternativas energéticas al gas ruso[5], ofreciéndole a Libia la oportunidad de jugar un renovado rol estratégico en estos nuevos planes de conectividad y suministro energético de Europa.

Teniendo en cuenta esto, es pertinente reevaluar el perfil energético de Libia, previo a la intervención y en la actualidad; los principales factores que determinan la coyuntura energética del país y qué se necesita (en términos materiales, políticos y diplomáticos) para que Libia recupere su peso como proveedor energético de relevancia y, de la mano de ello, alcance mayor estabilidad económica.

Petróleo, la piedra angular de la economía de Libia y del vínculo con Europa occidental.

Durante las últimas décadas del siglo XX y la primera del siglo XXI, Libia atrajo especial atención de algunas de las principales economías europeas en virtud de su localización, así como su enorme riqueza y potencial hidrocarburífero.

Los intereses energéticos europeos en el país no habían estado exentos de conflictos: la llegada al poder de Gaddafi (1969) puso fin a la posición privilegiada que estos actores tenían, al impulsar políticas de corte nacionalista que, eventualmente, llevaron al uso del petróleo como herramienta de negociación política (tanto a nivel doméstico como externo).

Esto implicó la nacionalización de los recursos naturales del país (con el petróleo siendo el principal de ellos) y la modificación de los marcos legales de explotación que, durante décadas, habían beneficiado a actores foráneos con el beneplácito del poder libio. Con esta decisión, el gobierno de Gaddafi reafirmaba mediante los hechos la importancia de los hidrocarburos, como la espina dorsal de la economía libia, hecho que no ha cambiado hasta la actualidad.

Pese a esto, las principales compañías extranjeras en el territorio continuaron produciendo en el país “bajo protesta” (DE ONIS; 1974). Libia era problemática pero también rentable. Esto tampoco ha variado.

Desde entonces, los ingresos provenientes de los hidrocarburos representaron aproximadamente el 70% del ingreso nacional, el 93% de los ingresos del gobierno y más del 90% de las exportaciones, cuando el país producía a plena capacidad antes de la guerra.

Europa era y continúa siendo el principal mercado para las exportaciones de petróleo y gas natural de Libia (Italia, Francia, Alemania, España, Grecia y el Reino Unido de Gran Bretaña, encabezando la lista); en 2010 Libia produjo aproximadamente 1,8 millones de barriles de petróleo por día (bbl/d) de los cuales 1,5 millones se exportaron. Alrededor del 85% de ese millón y medio de barriles estaba destinado a Europa, siendo Italia el principal comprador.

En cuanto al gas natural, mientras un tercio de su producción se consumía internamente, el resto también era destinado a Europa; dicho intercambio con Europa creció exponencialmente desde 2004, con la inauguración del del gasoducto submarino Greenstream (que se extiende desde Melitah, Libia, hasta Gela, Sicilia. Desde Sicilia, el gas natural fluye hacia el continente italiano). En 2010 el gas natural libio representó el 13% de las importaciones totales de gas italiano.

Del caos post intervención a las nuevas oportunidades de negocios.

Con Gaddafi muerto y la intervención de la Organización del Atlántico norte (OTAN) llegando a su fin, la aplicación de la R2P y el DPP dejaron como saldo más críticas que elogios debido a los excesos cometidos. En los primeros tramos del conflicto los cuestionamientos se centraron en el bombardeo de infraestructura crítica (tanto energética como de provisión de servicios básicos para la población civil).

Posteriormente, se sumaron las críticas a la escasa eficacia de la comunidad internacional en la gestión de soluciones postconflicto, así como la flagrante competencia de intereses de actores tanto regionales como extrarregionales que alimentaron la crisis social y política, recrudeciendo la violencia y el caos de cara al desafío de conformar un nuevo gobierno.

En términos políticos, Libia continúa dividida en dos gobiernos paralelos: el Gobierno de Unidad Nacional[6] (GNU) de Abdelhamid Dbeibé, con sede en Trípoli; y un ejecutivo paralelo en Sirte, designado unilateralmente por el Parlamento (febrero de 2022) y dirigido por Osama Hammad (quien reemplazó a Fathi Bashaga en julio de 2023).

El alcance de una disminución de los enfrentamientos armados y cierta estabilidad política son dos elementos claves para consolidar el nuevo rumbo económico del país. De acuerdo con el Banco Mundial (2023) en el último año el país continuó enfrentando fragmentación lo cual se tradujo en que el crecimiento económico continúe siendo bajo y volátil debido a las interrupciones relacionadas con el conflicto. En este contexto, el “secuestro” o destrucción de infraestructura asociada a la producción y comercialización de hidrocarburos continuó siendo una práctica consolidada que, debido a la baja diversificación de la economía libia, ha generado marchas y contramarchas que obstaculizan la regularización del crecimiento económico.

Dicha práctica se ha vuelto común por todas las partes involucradas en el conflicto dada la capacidad de paralizar las acciones de las partes beligerantes como presionar para obtener atención internacional.

En este sentido, recientemente (julio), el Parlamento aprobó una hoja de ruta para preparar las leyes electorales del país, aunque podría tratarse uno de los tantos intentos fallidos de reconstrucción que ha habido en los últimos años. La progresión de la estabilidad del país también dependerá de la continuidad “Comité Militar Conjunto 5+5”[7] que actualmente se encuentra realizando negociaciones para la reunificación militar del país.

De acuerdo con el Banco Mundial cada semana de cierre de los campos petrolíferos reduce el rendimiento del crecimiento en 1,5 puntos básicos, los ingresos del gobierno en un 2% y aumenta el déficit público en un 43% (2023, p.9).

Diferentes actores especializados[8] coinciden en afirmar que aún hoy Libia posee la 10ª mayor reserva[9] de petróleo del mundo (48 mil millones de barriles). No obstante, continúa registrando un nivel relativamente bajo de producción de petróleo: desde el estallido de la revolución de 2011, la producción de hidrocarburos no ha vuelto a alcanzar los niveles máximos de 1.6 millones de barriles de petróleo diarios anteriores a la revolución, sufriendo constantes altibajos (1.2 millones en Julio 2023).

A modo de conclusión: ¿Un nuevo momentum para Libia?

El último año en Libia (julio 2022-julio 2023) ha estado signado por una relativa tranquilidad, especialmente si se consideran los avances de mitad de 2023; sin embargo, en palabras de Bobin (2023), Libia es aún “un mundo semi oscuro de híbridos, acuerdos precarios y compromisos tambaleantes”. Una dinámica recurrente de los últimos años.

En este sentido, la riqueza de recursos de Libia ha sido uno de los factores más poderosos contribuyendo a la naturaleza prolongada del conflicto, debido a las disputas en torno a su control no solo de actores locales sino también foráneos. A nivel doméstico, la batalla por el control del petróleo, su infraestructura y, en última instancia, las regalías provenientes de la exploración del recurso, alimentaron las tensiones entre las facciones beligerantes, incluida una gran cantidad de milicias que buscaban aprovechar la fragmentación del país.

Ahora, el GNU respaldado por la ONU discute la posibilidad de formar un comité para la distribución justa de los ingresos del petróleo, actualmente manejados por la National Oil Company y el Banco Central, basados en Trípoli[10]. Esta fue la condición expresa del General Haftar quien a comienzos de julio puso como límite de tiempo el mes de agosto.

Libia posee una serie de ventajas en relación a su industria energética (especialmente petrolera) que podrían contribuir a recuperar su rol estratégico como proveedor de relevancia internacional: la calidad de su petróleo (dulce, liviano o bajo en sulfuro) y su facilidad de extracción; su cercanía geográfica y vinculación histórica con los principales centros de consumo europeos; y, una extraordinaria resiliencia, pese a las variables y recurrentes vicisitudes de la guerra. El conflicto ruso-ucraniano viene a potenciar el valor de estas características preexistentes proveyendo un renovado incentivo para aumentar el flujo de inversiones en el país, así como para aprovechar este nuevo momentum (por parte de los actores domésticos en disputa).

Por el momento, la distribución de las regalías petroleras entre las facciones en competencia, son una promesa con el potencial de diluir tensiones, generar oportunidades de negocios y conciliar intereses antagónicos.

A futuro el desafío será el sostenimiento de los acuerdos que de aquí surjan, la evolución de los intereses foráneos en juego, y la traducción de un eventual despegue económico en una mejora de la calidad de vida del país y su estabilidad.

Referencias bibliográficas

African Energy Chamber (29 de agosto, 2022). With so many factors unresolved, Libya’s Oil outlook for remainder of 2022 is a moving target. Disponible en https://energychamber.org/with-so-many-factors-unresolved-libyas-oil-outlook-for-remainder-of-2022-is-a-moving-target/.

Banco Mundial (2023). Libya Economic Monitor- Spring 2023. Disponible en: https://reliefweb.int/report/libya/libya-economic-monitor-towards-sustainable-social-contract-libya-enar.

Bobin, F. (12 de junio, 2023). Libya’s fragile and semi-obscure peace. Disponible en: https://www.lemonde.fr/en/le-monde-africa/article/2023/06/12/in-libya-the-fragility-of-a-shady-peace_6031012_124.html.

CICR (1977). Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales, 1977. Disponible en: https://www.icrc.org/es/document/protocolo-i-adicional-convenios-ginebra-1949-proteccion-victimas-conflictos-armados-internacionales-1977.

Consejo de Seguridad (ONU) (2011). Resolución 1973. 17 de marzo. Disponible en: https://daccess-ods.un.org/tmp/6894643.30673218.html.

De Onis, J. (19 de febrero, 1974). Foreign Oil Companies Find Libya Is Toughest Producer to Do Business With. Disponible en: https://www.nytimes.com/1974/02/19/archives/foreign-oil-companies-find-libya-is-toughest-producer-to-do.html.

Feinstein, L.; Slaughter, A.-M. (2004). “A Duty to Prevent”. Foreign Affairs, 83(1), pp. 136-150. Council on Foreign Relations. Disponible en: http://www.jstor.org/stable/20033835

France 24 (17 de febrero, 2023). 12 años del despertar de Libia: ¿Cómo se logrará la estabilidad política y social?. Disponible en: https://www.france24.com/es/programas/el-debate/20230217-12-a%C3%B1os-del-despertar-de-libia-c%C3%B3mo-lograr%C3%A1-la-estabilidad-pol%C3%ADtica-y-social.

Haddad, M.; Raymond, P. (19 de febrero, 2015). The Battle for Libya’s Oil. Aljazeera. Disponible en http://www.aljazeera.com/indepth/interactive/2015/02/battle-libyas-oil-150219124633572.html.

Rabbia, N. (2014). A responsibility to protect or an excuse to intervene? En Revista Contexto Internacional. 14(38). Disponible en: https://fundamentar.com/publicaciones/revista-contexto-internacional/item/3813-contexto-internacional-n-38.

Tanchum, M. (23 de septiembre, 2020). Libya, energy, and the Mediterranean’s new ‘Great Game’. Real Instituto Elcano. Disponible en: https://www.realinstitutoelcano.org/en/analyses/libya-energy-and-the-mediterraneans-new-great-game/.

[1] Analista Internacional. Licenciada en Relaciones Internacionales (Universidad Nacional de Rosario). Mag. en Diplomacia y Asuntos Internacionales (ADA University). Miembro del Programa Política Exterior de América Latina y África (PEALA/PRECSUR; UNR) y el Departamento de África (IRI/UNLP). Contacto: nrabbia2015@ada.edu.az

[2] El 23 de octubre de 2020 los representantes de los dos bandos enfrentados en Libia −el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) con base en Trípoli y el Parlamento del Este con sede en Tobruk− firmaron un acuerdo de alto el fuego «permanente con efecto inmediato”.

[3] Es una iniciativa de la ONU que afirma que la soberanía no es un derecho, sino que implica responsabilidades para los Estados que brindan protección y seguridad para sus poblaciones. Por su parte, el DPP es concebido como un deber colectivo para prevenir las amenazas contra la seguridad y se asume como un principio complementario de la R2PD (Feinstein y Slaughter; 2004).

[4] La resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada el 17 de marzo de 2011, autorizó a “tomar todas las medidas necesarias” en Libia para “proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques”, incluyendo la creación de una zona de exclusión aérea.

[5] En 2021, los países de la Unión Europea (UE) importaron 155 000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas ruso, lo que representó alrededor del 45 % de las importaciones totales de gas.

[6] El Gobierno de Unidad Nacional sustituyó al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) en marzo de 2021. El GNA era el órgano ejecutivo de transición auspiciado desde 2015 por la ONU, creado en el contexto del enfrentamiento entre las fuerzas leales a la Cámara de Representantes y otras afiliadas al islamista Congreso General Nacional.

[7] Este es resultado del cese al fuego de 2020 y está conformado por 5 oficiales militares superiores elegidos por el GNU y 5 oficiales militares superiores elegidos por el líder militar Khalifa Haftar (hasta recientemente alineado a las autoridades orientales del país).

[8] Banco Mundial, BP, Dryad Global, IEA, Oil.com, Statista, por mencionar algunos.

[9] En el ranking de países con reservas recuperables de hidrocarburos no convencionales (shale oil; shale gas) el país también se destaca ocupando el quinto lugar a nivel mundial (con 26 mil millones de barriles, detrás de Argentina).

[10] El Ejército Nacional Libio, liderado por Haftar, controla la mayor parte de la infraestructura de petróleo y gas de Libia, pero no controla las ventas ni la distribución de los ingresos.