Una mirada transversal del compliance por Paula Coraglia

Una mirada transversal del compliance

Paula Coraglia

En los últimos años vienen cobrando importancia, en el ámbito empresarial, una serie de conceptos, como la gestión de riesgos, a través del enfoque basado en riesgos, la ética empresarial, el buen gobierno corporativo y la responsabilidad social de las organizaciones.

Se evidencia también un cambio de enfoque de la responsabilidad social corporativa con la integración de los criterios de ESG (valores ambientales, sociales y de gobierno corporativo) que se tienen en cuenta a la hora de invertir en la empresa.

En este panorama, el compliance, es uno de los elementos claves, si bien se asocia al cumplimiento normativo, abarca un espectro mucho más amplio de acciones y responsabilidades.

La función de compliance tiende a asegurar que la organización realice su actividad sobre la base de la integridad, cumpliendo con las normas, operando el sistema de gestión de compliance, integrando las obligaciones de compliance a las políticas y procesos de negocios, y formando al personal para promover una cultura de cumplimiento.

Los Sistemas de Gestión de Compliance sirven para prevenir, detectar y gestionar los riesgos asociados a su incumplimiento e irregularidades, como también los derivados de temas de soborno, corrupción, lavado de activos y responsabilidad penal de las personas jurídicas, entre otros.

Las organizaciones comprenden que no sólo se debe poner el foco en aquellas obligaciones derivadas de exigencias legales, sino también en las políticas de compliance, principios y valores asumidos voluntariamente (Código Ético o de conducta, buenas prácticas, políticas internas y externas) que rigen la cultura e integridad de la organización, asimismo los procesos y procedimientos establecidos a través de los programas de integridad. Por tanto, el cumplimiento en las organizaciones trasciende la mera observación y respeto de la ley, ampliando el alcance a los valores, la cultura y los procesos.

Al explorar la transversalidad del compliance, descubrimos cómo su enfoque multidisciplinario involucra diversas áreas de una empresa, como recursos humanos, operaciones, tecnología, marketing, finanzas, legales, entre otras. La razón de esta transversalidad radica en que el compliance no solo se enfoca en cumplir con las regulaciones y leyes aplicables, sino también en gestionar y administrar los riesgos de cada organización conforme su actividad, dimensión y capacidad económica y garantizar la ética y la responsabilidad en las situaciones que se presenten en las actividades empresariales.

La transversalidad puede traducirse a través de distintos aspectos:

Buen gobierno corporativo: El compliance forma parte del buen gobierno corporativo y debe estar integrado en la estrategia empresarial, por ello es necesario involucrar, desde la alta dirección hasta los empleados, pasando por los proveedores y colaboradores, en la elaboración y cumplimiento del código de conducta o ética, como en los procesos y procedimientos. Se reconoce ampliamente que una gobernanza sólida y transparente es esencial para mantener la confianza de los inversores, empleados, clientes y la sociedad en general. La relación del buen gobierno corporativo y el compliance es interdependiente, lo que significa que ambos aspectos se refuerzan y complementan mutuamente promoviendo una cultura de cumplimiento, y responsabilidad en toda la empresa.

Ética y responsabilidad social: Entendiendo que el compliance va más allá del cumplimiento normativo y aborda cuestiones como la ética y la responsabilidad social corporativa; las empresas deben adoptar políticas, ya sea a través de normas y reglamentos internos y externos, buenas prácticas que fomenten la integridad, la transparencia, el respeto por el medio ambiente, los empleados, los clientes y la sociedad en general. De esta manera se asegura que la empresa cumple con estándares éticos y de responsabilidad social, y que está operando de manera legal generando valor y confianza en sus partes interesadas.

Gestión de riesgos a través del enfoque basado en riesgos y conflictos de interés: El compliance implica también la forma de gestionar los riesgos, a través del enfoque basado en riesgos, haciendo referencia a la identificación, evaluación, monitoreo, administración y mitigación de los mismos en todas las áreas de la organización.

Mediante la adopción del enfoque basado en riesgos, las organizaciones adoptan políticas orientando sus recursos de manera más efectiva y aplican medidas preventivas acorde a la naturaleza de los riesgos focalizando sus esfuerzos de manera eficiente. La transversalidad del compliance requiere una gestión de riesgos, anticipándose a posibles incumplimientos y tomando medidas para evitarlos o mitigar su impacto. Esto incluye la implementación de políticas, procedimientos y controles internos eficaces, así como la formación, capacitación y concienciación de los empleados sobre la importancia de la cultura de cumplimiento.

La prevención de conflictos de interés es un aspecto clave en la gestión de riesgos, ya que puede afectar la integridad y la transparencia de las operaciones empresariales. Es por ello que las empresas deben establecer mecanismos para identificar, prevenir y gestionar posibles conflictos de interés, de manera eficaz a través del compliance.

Las empresas están expuestas a nuevos riesgos sectoriales en materia de compliance, así, por ejemplo; el riesgo penal que puede materializarse a partir del incumplimiento de las obligaciones subyacentes del marco normativo (local o internacional) relativo a la responsabilidad penal empresarial. Es por ello que la gestión de riesgos penales empresariales es un proceso esencial no solo para prevenir delitos en una compañía, sino también para salvaguardar sus intereses, reputación y sostenibilidad.

Cultura corporativa: El compliance implica fomentar una cultura empresarial que promueva la integridad, la transparencia y la responsabilidad, fomentado los valores, que deben ser inculcados en todos los niveles de la organización (código de conducta o ética), desde la alta dirección hasta los empleados de base, dejando claro que no habrá tolerancia a los incumplimientos y los canales de denuncia serán seguros. La formación y la comunicación constante (lenguaje claro, sencillo y accesible) sobre las políticas y procedimientos de compliance son fundamentales para asegurar que todos los miembros de la organización comprendan su importancia y se sientan comprometidos con su implementación y la cultura ética corporativa.

Cumplimiento de normas: El compliance no se limita al cumplimiento de normativas locales, abarca regulaciones internacionales y estándares globales. Las empresas deben cumplir con leyes y regulaciones de diferentes jurisdicciones, especialmente si operan en varios países. Además, el compliance también implica la promoción de la responsabilidad social, y la sostenibilidad, estas prácticas pueden mejorar la reputación de la empresa, fortalecer su posición en el mercado y generar valor a largo plazo.

Sostenibilidad: El compliance, en este sentido, debe garantizar que las empresas lleven a cabo sus operaciones de manera responsable y sostenible. La aceleración de cambios radicales, como por ejemplo en el medio ambiente, genera la posibilidad de realizar acciones capaces de alinear los objetivos comerciales con el desarrollo sostenible. Las organizaciones, cada vez más, están adoptando prácticas sostenibles, no solo porque la legislación así lo exige, sino también para satisfacer las demandas de sus grupos de interés y mejorar su reputación en el mercado.

La mirada transversal del compliance, tiene como objetivo ampliar el marco de la cultura ética y el cumplimiento a los demás aspectos de la organización, más allá de lo meramente normativo.

De esta manera, la función de compliance y su sistema de gestión, se consolidan como la base sobre la que se construyen las demás líneas, directrices, obligaciones y compromisos sobre los que debe guiarse una organización, sea en sus relaciones internas como externas para garantizar un modelo de negocio ético, eficiente, competitivo y sostenible.

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