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Tecnología, poder y sociedad: la India en la voz de sus intelectuales

“...creo que hay ciertas cosas que se pueden aprender. Una de ellas es no caer en el mito de que la ciencia está completamente al margen de la sociedad, que la ciencia solo se centra en la creación de conocimiento y la búsqueda de datos, que no tiene nada que ver con la política. El lema «La ciencia es real» puede ser muy engañoso. Es mejor admitir que la ciencia se da en la sociedad y partir de ahí. Hay que reconocer que, claro, la ciencia es un espacio institucional muy complejo, pero también lo es todo lo demás: la sociedad es un espacio institucional muy complejo, y la ciencia está contenida en él, y que, por lo tanto, se necesita mucho más intercambio mutuo para una mejor comprensión. Creo que esa es la lección fundamental que la política científica estadounidense podría extraer…” [1]
Intelectuales y compromiso social

En un país como la India, preocupado por lograr metas sobre desarrollo y mejoras constantes en la calidad de vida de sus habitantes, el aporte de miles de intelectuales comprometidos con estos objetivos pendientes desde la temprana etapa de la post independencia, ha sido y es crucial en diferentes campos del saber. Agentes de cambio y modernización en lo político, social, institucional, económico y tecnológico en los ámbitos público y privado, sus contribuciones teóricas y empíricas en ciencia y tecnología forman parte de las respuestas que la India necesita para superar estadios de pobreza extrema, expandir la riqueza nacional y proyectar su imagen internacional y poder blando como potencia emergente en el siglo XXI.

Biólogos, ingenieros, matemáticos, médicos, físicos, economistas, agrónomos, suelen destacarse en el sendero que el país recorre en pos de su modernización social; desde la misma post independencia, sus conocimientos sirven en función de planes y programas nacionales y corporativos que impulsan la innovación, desarrollan proyectos de investigación básica y aplicada en ciencias naturales, ambientales, sociales, físicas, espaciales, tecnología nuclear, biotecnologías, producción de medicamentos, finanzas, administración pública, gerenciamiento de negocios, energías renovables, computación cuántica e IA.

Toda una energía que la comunidad científica y de tecnólogos reconoce no es socialmente neutra y por ello suelen expresar sus preocupaciones como parte de un proceso endógenos de auto control; sus opiniones, más allá de lo específicamente empírico y el objeto de estudio sobre el cual trabajan, visibilizan desafíos e impactos “colaterales” de su misma labor.

Dichas reflexiones destacan la necesaria vinculación existente entre los avances científicos y tecnológicos, sus alcances, aplicabilidad y su difusión social la cual per se genera micro y macro procesos de reordenamiento social en términos de evolución-cambio-involución, al modificar patrones conductuales y valores individuales y/o comunitarios. Los avances en ciencia y tecnología pueden reticular el tejido social disperso, eliminar/atenuar brechas sociales, crear oportunidades estableciendo novedosos nexos comunicacionales, pero también pueden destruir vínculos, provocar rupturas intergeneracionales o ampliar diferencias sociales ante la imposibilidad de captar los beneficios de del progreso por parte de sectores más vulnerables. Todo un delicado equilibrio que debe ser tenido en cuenta en la planificación gubernamental de políticas sectoriales y el diseño de una arquitectura legal que legitime su “instalación social”. En este contexto, subyace un factor central cual es poder “de hecho” que la comunidad científica tiene de orientar, imponer, alentar o desalentar cursos de acción en el orden político, social e institucional del país.

Una mirada particular

En este sentido una voz autorizada que reflexiona sobre estas problemáticas es la de Sheila Jasanoff, profesora de la Cátedra Pforzheimer de Estudios de Ciencia y Tecnología en la Escuela Kennedy de Harvard y nacida en Calcuta. Sus investigaciones se centran en la relación entre ciencia y tecnología con la política en sociedades democráticas modernas y la influencia que la ciencia ejerce en la toma de decisiones jurídicas y normativas. Su profusa producción bibliográfica destaca, entre otros, títulos como The Fifth Branch, Science at the Bar, Designs on Nature, The Ethics of Invention y Can Science Make Sense of Life?.

Entre sus principales planteos, Jasanoff analiza cómo los científicos definen u orientan políticas pùblicas ejerciendo funciones relevantes al determinar procesos de cambio social con poderes y capacidades como agentes influyentes. Sus planteos intentan demostrar cómo la creciente importancia de la ciencia y el desarrollo tecnológico han transformado en objeto de estudio a la misma comunidad cientìtica, sus vínculos con el medio académico, y sus impactos sobre la realidad circundante que sus descubrimietos provocan encumbrando científicos y especialistas en decisiones de alto nivel; esta élite intelectual, en principio autoregulada bajo el principio weberiano de “neutralidad valorativa”, integra equipos, comunidades epistémicas que actúan como poderosas redes tecnocráticas capaces de generar disrupciones socio-individuales, tanto en sociedades desarrolladas como en economìas en desarrollo; en palabras de Jasanoff, en su creciente papel como asesores, los científicos se han convertido en una “…quinta rama formidable del gobierno…”.

Para Jasanoff los lineamientos éticos son necesarios para abordar las relaciones entre ciencia y sociedad y en sus textos vincula aspectos legales, judiciales, sociales, políticos e institucionales. Por ejemplo, en su libro La ética de la invención: La tecnología y el futuro humano (2016) analiza la adopción de soluciones tecnológicas por parte de la sociedad y su compleja interacción con la ética y los derechos humanos y las formas en que “…delegamos poder en los sistemas tecnológicos…”. Sus preocupaciones se extienden al campo de las terapias genèticas y la biomedicina, las que desafìan definiciones tradicionales sobre vida y muerte, plantean dilemas bioèticos, sobre quièn reside la propiedad de nuestra información genética[2].

Sus planteos sobre el necesario control democrático de las biotecnologías, recurre a conceptualizaciones vinculadas a la teoría democrática; en este orden, según Jasanoff, ciudadanía, deliberación y rendición de cuentas, no pueden comprenderse satisfactoriamente sin considerar sus nexos con políticas de ciencia y tecnología. Una combinación que obliga a repensar las formas democráticas de gobernar sobre la base de “fronteras grises” existentes entre lo natural y lo social. En otro de sus textos (La arrogancia de la biología: ¿Puede la ciencia dotar de sentido a la vida? 2021), postula que el descubrimiento del ADN y la posterior secuenciación del genoma humano han elevado a un lugar preeminente la biotecnología ciencia a la que, científicos, medios de comunicación y políticos, parecen concederle gracias a su capacidad no sólo de «leer» sino incluso de alterar y reescribir organismos corrigiendo así los «errores» de la naturaleza, el papel de intérprete de la vida. De esta forma, con agudeza y profesionalismo critica una visiòn  disonante en la que la vida humana puede ser manipulable y maleable acorde a voliciones individuales legitimidas por el cientificismo inmamnente que guía el trabajo científico y las innovaciones tecnològicas.

Conclusiones

En síntesis, los estudios de Sheila Jasanoff intentan demostrar que, lejos de ser una fuerza amoral o apolítica, la tecnología tiene importantes consecuencias para el gobierno del pueblo, por y para el pueblo. Por lo tanto, la “ética de la invención” y de la comunidad científica en general nos desafìa a construir un futuro modelado por un diálogo abierto y democrático que permita gestionar los riesgos y “promesas” de la tecnología. En sus palabras

“…Aún existe una enorme reserva de arrogancia entre los técnicos, convencidos de que, a la hora de la verdad, las soluciones residen en el ámbito técnico y que es necesario educar mejor al público. Pero casi nunca se oye que la educación también deba ir en la dirección opuesta, que tal vez quienes trabajan en ciencia y tecnología (STEM) deban recibir una mejor formación sobre democracia, derecho y justicia…”.

Sergio Cesarin
Integrante
Cátedra de la India
IRI-UNLP

Referencias

[1] An interview with Professor Sheila Jasanoff: On lessons from science, technology, and society, Joan Chang, Maanas Sharma, and Kushal Seetharam, MIT Science Policy Review, en https://sciencepolicyreview.org/2021/08/sheila-jasanoff-lessons-from-science-technology-society/

[2] Ver: https://revintsociologia.revistas.csic.es/index.php/revintsociologia/article/view/60/61