La historia de Brasil ha estado atravesada por diversos períodos autoritarios, desde el Estado Novo hasta la Dictadura Militar, caracterizados por la censura, la represión y la concentración del poder. El retorno a la democracia en 1985 constituyó un hecho histórico, a partir del cual el país ha buscado consolidar y fortalecer sus instituciones democráticas para no retornar a las atrocidades vividas en el pasado.
La reciente sentencia contra el expresidente Jair Bolsonaro (condenado a 27 años de prisión) por sus intentos de desestabilización de la institucionalidad democrática en Brasil, constituye un hecho de gran relevancia para la historia brasileña, no solo para la política interna de ese país, sino también para la región en su conjunto. La decisión del Supremo Tribunal Federal (STF) envía un mensaje inequívoco: la democracia no puede ser rehén de liderazgos personalistas que busquen debilitar las instituciones bajo la lógica de la polarización y la desinformación.
Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, este precedente del STF tiene también un mensaje claro para la región. En este sentido, Brasil, actor central en Sudamérica, marca con esta resolución un punto de inflexión en la defensa de los principios democráticos, fortaleciendo su legitimidad externa frente a socios estratégicos y organismos multilaterales. Al mismo tiempo, la sentencia podría operar como un espejo para otros países de la región donde emergen liderazgos con prácticas autoritarias e intentos de ruptura institucional.
Asimismo, el fallo nos muestra dos dinámicas claves en términos democráticos. Por un lado, el fortalecimiento del poder judicial y su capacidad de resistir presiones y sostener el Estado de derecho, que en el caso de Brasil es muy importante por sus aspiraciones internacionales; por otro, la necesidad de construir consensos políticos y sociales que fortalezcan la gobernabilidad democrática frente a intentos de subversión. El desafío que se abre para Brasil, y por extensión para América Latina, es cómo procesar políticamente estas tensiones sin caer en dinámicas de persecución ni en narrativas que legitimen la impunidad.
Las repercusiones trascienden lo nacional. La credibilidad de la región en escenarios multilaterales depende, en gran medida, de su capacidad de mostrar que las democracias latinoamericanas son capaces de sancionar los abusos de poder y blindarse frente a proyectos de desestabilización. No es posible perder de vista que la defensa activa de la democracia constituye no sólo un principio interno, sino también un elemento estratégico en las relaciones entre los Estados.
Sin perjuicio de estos mensajes, no podemos dejar de mencionar las repercusiones que tuvo el fallo de condena de Bolsonaro en Estados Unidos, donde el secretario de Estado, Marco Rubio, “advirtió” que su país sancionará a Brasil por esa acción y consideró de “caza de brujas” la persecución política al expresidente liderada por el juez Alexandre de Moraes, a quien la administración estadounidense acusa de violaciones a los derechos humanos. A partir de estas declaraciones se inició un cruce diplomático entre ambos países, ya que Brasil rechazó las “amenazas” de Estados Unidos y defendió la independencia judicial. A través del Ministerio de Relaciones Exteriores (con un comunicado oficial), Brasil advirtió que la democracia brasileña “no se dejará intimidar” y añadió que “las instituciones democráticas brasileñas dieron su respuesta al golpismo” e hizo especial hincapié en que el país defenderá su soberanía “de ataques y tentativas de injerencia, vengan de donde vengan”.
Ello, sin dudas, marca un nuevo punto de inflexión y agudiza las tensiones entre Brasil y Estados Unidos en este tercer mandato de Luiz Inácio “Lula” da Silva, al tiempo que refuerza la voluntad del gobierno brasileño de afirmar la autonomía del país y de su sistema judicial frente a cualquier intento de injerencia externa.
En definitiva, con este caso podemos ver que la democracia no se garantiza únicamente con elecciones, sino con instituciones sólidas y con una ciudadanía dispuesta a defender los valores republicanos frente a las amenazas autoritarias. Sin dudas una respuesta muy clara frente al nuevo proceso eleccionario que se aproxima en nuestro país vecino.
Julieta Duedra
Maestranda en Relaciones Internacionales-UNLP
Departamento de América Latina y el Caribe
Integrante
IRI-UNLP