Cuando hablamos de la Guerra Fría, nos referimos a ese período de la historia en que el mundo estaba dividido en dos bloques, liderados por dos potencias enfrentadas: Estados Unidos y la Unión Soviética. Si nos situamos en 1962 uno de los acontecimientos más importante fue la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos.
La OEA es un organismo que fue creado en 1948 en el seno de la ONU, en el mundo de la posguerra. En teoría, su propósito era colaborar con la política interamericana y buscaba ser un medio para favorecer el desarrollo económico de los Estados latinoamericanos. Concretamente, su objetivo era fortalecer la paz, la seguridad y consolidar la democracia. Pero en la práctica la OEA era un instrumento
que tenía Estados Unidos para evitar el nacimiento de movimientos comunistas o de izquierda en los países del continente americano.
La Unión de Estados Americanos se define a sí misma como una Organización Internacional Panamericanista, pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de Panamericanismo? Su primera referencia nos remonta a la Doctrina Monroe formulada en 1823 reconocida por su frase “América para los americanos” en la cual, Estados Unidos se atribuía el liderazgo en América para evitar la ocupación europea. Posteriormente, el concepto fue asociado a la actitud intervencionista que implementó Washington para controlar a los movimientos contrainsurgentes que: ponían en peligro a la Civilización Occidental. Esta práctica se llevó a cabo en tres oportunidades: en 1954 cuando Washington intervino en Guatemala contra la minoría comunista; en 1960, cuando en Costa Rica condenaron la revolución castrista y en 1962 cuando expulsaron a Cuba del seno de la OEA. Pero ¿a qué se debe la expulsión?
A partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos eran estables, el azúcar cubana era fundamental para la exportación hacia Estados Unidos, y ambos eran fundadores de la Asamblea General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Sin embargo, la tensión entre ambos países se agravó en 1959, con el triunfo de la Revolución cubana y el ascenso al
poder de Fidel Castro. Esta revolución nunca fue aceptada por los Estados Unidos, que había apoyado al gobierno de Batista y, por lo tanto, quería derrocar a Fidel Castro.
Debido a la negativa de Eisenhower a negociar con el líder cubano, comenzó la reducción de las cuotas del azúcar, la suspensión de asistencia técnica y de exportaciones. Cuba nacionalizó las empresas extranjeras y así en 1961, con el fracaso del desembarco a Bahía de Cochinos, un intento de invasión por parte de la CIA (Agencia de Inteligencia de Estados Unidos) hacia Cuba, se rompieron las relaciones
bilaterales entre ambos países. Cuba se acercó entonces a la URSS, porque esta le ofrecía importar su petróleo a cambio de azúcar, lo que resultó un alivio económico para la isla.
En enero de 1962 se realizó la Conferencia en Punta del Este de la Organización de Estados Americanos, en la cual Cuba fue expulsada por ser acusada de “dar la espalda al sistema panamericano” y acercarse hacia la comunidad chino-soviética. Los argumentos norteamericanos sostenían que Cuba se había identificado con el comunismo y que estableció un régimen social, político y económico con esa doctrina. Al año siguiente, en octubre de 1962, una nueva crisis consolidó un distanciamiento que dura hasta nuestros días.
Paula María Espinosa
Colaboradora de la Red Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia