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De Roma a Ur: la histórica visita del papa Francisco a Iraq

El pasado viernes 5 de marzo Iraq adquirió una gran visibilidad a nivel internacional al recibir la histórica visita del Papa Francisco, quien es reconocido como el líder de la Iglesia Católica. Por primera vez, un Papa arribó a Iraq e inició una gira de cuatro días por las ciudades de Bagdad, Mosul, Erbil, Najaf y Qaraqosh. Desde el Vaticano informaron que la intención del viaje fue acercar al Sumo Pontífice con las minorías cristianas del país y, por extensión, de la región, que durante los últimos años se vieron especialmente vulnerables.

Para poder comprender la importancia que supone la presencia del Papa Francisco en la región hay que tener en cuenta que desde 2003 hubo una gran disminución en la cantidad de católicos en Iraq. Desde ese año al día de hoy, se calcula que la población cristiana pasó de 1 millón y medio a un total de aproximadamente 250.000 fieles concentrados eminentemente en el Kurdistán, la región considerada más segura por este grupo en relación al centro y sur del país. Una de las principales causas de este fenómeno radica en que una considerable proporción de la población católica se exilió por los conflictos causados por la invasión de Estados Unidos, y otros fueron desplazados por grupos del islam político. Teniendo en cuenta todo lo que sufrió esta comunidad -que se ha vuelto una minoría en Iraq- el hecho que el actual Papa visite su territorio refleja un gesto de suma importancia. Desde el Vaticano, trascendió que la presencia del espiritual apuntó a recordar a la comunidad católica y cristiana en general, que no han sido olvidados por la Iglesia Católica, dándoles una importante visibilidad a nivel internacional.

Francisco, por su lado, ha declarado con anterioridad su deseo de visitar Iraq: hasta tenía programado el viaje para 2020, pero debido a la crisis provocada por la pandemia del COVID-19, debió posponerse. En su momento, en 2019, Francisco manifestó su voluntad de visitar la región, en donde esperaba que se redujeran las hostilidades y se lograra estabilidad. En esta ocasión, expresó que su visita era una obligación que tenía con una región que había sido torturada por años.

Postergado o no, el viaje fue considerado por muchos como uno de alta peligrosidad para el Papa. Recordemos que hace casi dos meses, Bagdad sufrió un doble atentado suicida, el ataque de diez misiles que ocurrió el pasado miércoles contra bases iraquíes y los posibles riesgos que suponen la pandemia de COVID-19 causaron aún más preocupación por la seguridad del Sumo Pontífice. En efecto, su presencia en el país causó preocupación dado que Iraq atraviesa un pico de contagios y se consideró que la gira y los eventos pautados concentrarían multitudes que, posiblemente, no observarían los cuidados protocolares.

Entre los eventos más destacados de la visita, se encuentra la reunión que tuvo Francisco con el ayatolá Ali Al Sistani, el principal líder religioso chiíta. Durante su entrevista, en la ciudad sagrada de Najaf, el Papa tuvo la oportunidad de agradecerle al ayatolá por haber hablado en defensa de los más débiles y perseguidos en Iraq, remarcando también la importancia de lograr la unidad del pueblo iraquí. Sumado a ello, Francisco destacó la colaboración y amistad entre las distintas comunidades religiosas, quienes, según él, deben utilizar el diálogo y tenerse respeto mutuo para poder sobrepasar las adversidades que sufre la región. Se podría decir que esta reunión fue necesaria para poder lograr que las comunidades católicas puedan construir puentes con el islam chií, la religión mayoritaria en Iraq.

Es por ello que el encuentro entre estos dos líderes religiosos no solo supone un gran valor simbólico, sino que también el evento tiene una significación política. En suma, el mensaje de ambos líderes espirituales fue que los cristianos iraquíes deberían poseer los mismos derechos a vivir seguros y pacíficamente, con sus derechos constitucionales plenos. En conjunto, ambos lograron transmitir un mensaje de coexistencia pacífica que se extiende, a partir de los sucesivos gestos del Papa; no sólo a la coexistencia entre musulmanes y cristianos iraquíes, sino también, a minorías como los bahá’ís, yazidíes, yarezaníes, mandeos y zoroastrianos.

Continuando con su impronta de paz, unidad y coexistencia entre las diferentes religiones, el Papa visitó el norte del país, en donde se encuentran ruinas de iglesias católicas que fueron atacadas por grupos extremistas, entre ellos ISIS. La visita del papa al Kurdistán iraquí permitió enfatizar las diferencias entre la convivencia interreligiosa dentro de esta región autónoma y el resto del país. En pocas palabras, el Kurdistán se convirtió en el refugio de los cristianos que escaparon a sucesivas persecuciones y, en los últimos años, de otras minorías que sufrieron las vejaciones del ISIS. En el norte de la ciudad de Mosul, Francisco rezó por las víctimas de la guerra de Iraq y recorrió las ruinas. Por último, el Papa se trasladó, el pasado domingo, a Erbil en donde celebró una Santa Misa en el Estadio Franso Hariri. Durante la ceremonia expresó que pudo ver y sentir que la Iglesia Católica en Iraq está viva, y que Cristo vive y actúa en su pueblo. Estas palabras, le demostraron nuevamente a la comunidad católica iraquí que el Papa los recuerda y que, en contra de lo que muchos creen, no están en extinción.

Podemos reflexionar sobre los eventos ocurridos el pasado fin de semana, y llegar a la conclusión de la importancia que tiene para una comunidad que ha sufrido tanto, como lo es la católica en Iraq, la visita de su líder religioso. Este fue el primer viaje papal que recibió Iraq, y en tan solo cuatro días se logró visibilizar la situación en el país y remarcar la importancia de la convivencia pacífica entre diversas religiones. La reunión entre el líder católico y el principal referente chiíta sienta un precedente para un posible acercamiento de ambas comunidades, no solo en Iraq, sino en el Medio Oriente, en donde la cooperación es necesaria para superar el odio, los extremismos y así alcanzar una convivencia pacífica.

Mercedes Urbonas
Integrante
Departamento de Medio Oriente
IRI – UNLP